Adicción al sexo

Los expertos aseguran que pensar en sexo con frecuencia es normal y tener alto deseo sexual, un privilegio. Sin embargo, del deseo a la adicción solo hay un paso. Conozca los mitos y realidades sobre la adicción al sexo.

Por Karol Pérez

Pensar en sexo durante el día es común, según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio el hombre promedio tiene 19 pensamientos sobre sexo al día, mientras que en la mente femenina el sexo está presente al menos en 10 ocasiones diariamente.

Pero cuidado; cuando el sexo está constantemente en su mente y le obliga a realizar actividades sexuales con más frecuencia de lo que quisiera, podría estar ante un problema de adicción. Tal como suena, es posible hacerse adicto al sexo, así como cualquiera puede hacerse adicto a la marihuana, el juego o la cocaína. Según la psicóloga y sexóloga, Alexandra Montero, la hipersexualidad o adicción sexual implica una búsqueda obsesiva y compulsiva por el placer sexual. Para ello, el adicto recurre sin control a las relaciones sexuales y la masturbación.

Pero ante esto saltan algunas preguntas ¿si tengo alto deseo sexual soy un adicto? ¿Con cuánta frecuencia el sexo es saludable? Según la sexóloga no es posible establecer una cantidad “aceptable” para tener encuentros sexuales o recurrir a la masturbación, cada individuo tiene necesidades distintas.

La diferencia radica en el control: quien tiene alto deseo sexual logra disfrutar del sexo controlando el deseo, involucra sentimientos y realiza sus prácticas sexuales en condiciones seguras. El adicto vive el sexo con angustia y le causa problemas en su vida diaria, no logra la satisfacción completa aunque invierte mucho más tiempo en las prácticas sexuales y la falta de balance le provoca culpabilidad y mayor necesidad.

“Las personas con este trastorno tienen problemas laborales, familiares, económicos, sociales y legales por su adicción, ya que a su comportamiento sexual les obliga a acudir frecuentemente a prostíbulos, comprar artículos pornográficos, llamadas frecuentes a líneas eróticas o a mantener relaciones sexuales con desconocidos incluso sin protección, haciendo que su vida gire en torno al sexo, sin sentir en la mayoría de las veces ningún tipo de placer sino sentimientos de culpa”, expone un estudio de la Universidad Católica de Chile.

“Perdí varios trabajos por pasarme las horas laborales viendo pornografía en la oficina, acosaba a las mujeres que no querían tener sexo conmigo; tenía sexo sin protección con mujeres con las que no me ligaba ninguna conexión emocional, y luego estaba con mi esposa, y tampoco me protegía”. Así resume Manuel su adicción al sexo en una entrevista con la sexóloga  puertorriqueña Alessandra Rampolla.

Manuel es uno de los pocos adictos al sexo que reconoce su problema y que acepta contar su historia públicamente, sin embargo, se estima que un 8% de la población total de hombres y el 3% de las mujeres sufren de este tipo de adicción.

En el plano deportivo

Ya muchos estudios han demostrado que el sexo no afecta en el deporte. Es un mito pasado creer que los deportistas deberían abstenerse de las prácticas sexuales antes de alguna competencia o entrenamiento intenso. Al contrario, se ha comprobado que el sexo activa hormonas como la serotonina, que podrían relajar al deportista antes de la competencia; además podría ayudarle en su balance calórico, ya que durante un encuentro sexual pueden quemarse al menos 250 calorías. Sin embargo, todo en exceso resulta dañino. Las prácticas sexuales compulsivas pueden pasarle una alta factura a los deportistas y llevar problemas de la cama a las competencias.

“Ejercer este tipo de práctica de manera compulsiva impediría que el deportista lleve a cabo su rutina cotidiana, con ello afectar sus entrenamientos, correcta alimentación y disciplina, en busca de satisfacer los recurrentes deseos sexuales”, agrega la psicóloga y sexóloga Alexandra Montero.

Un ejemplo de ello, es el golfista Tiger Woods a quien desde 2010 los escándalos por infidelidad y sus aventuras sexuales empezaron a repercutir en el plano deportivo. Muchos patrocinadores lo abandonaron, sus seguidores le dieron la espalda y su rendimiento deportivo empezó a deteriorarse, hasta pasar de ser el número uno del mundo al número 58.

Más tarde, se descubrió que sus numerosas y polémicas aventuras sexuales eran consecuencia de su adicción sexual. El golfista fue diagnosticado como adicto y necesitó internarse en una clínica para ser tratado. Muchos dicen que argumentar adicción sexual, resulta una excusa fácil para los “Don Juan” que gustan de las aventuras amorosas, sin embargo, la medicina defiende la hipersexualidad debido a que «si coinciden la falta de control, la dependencia, la culpa y el síndrome de abstinencia, hablamos de adicción, aunque el término sea discutido” expone un estudio del servicio de psiquiatría y psicología del USP Institut Universitari Dexeus.

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