Dos luchadoras por la vida

Mónica y Priscilla tienen una enfermedad cuya visita no esperaban; pero el cáncer no distingue sexo, raza ni edad. No obstante, ellas han logrado sobreponerse y el ejercicio se ha convertido en su arma secreta.

Por Carolyn Hernández

Mónica Castañeda y Priscilla Torres son dos jóvenes que tienen algo en común, hace poco fueron diagnosticadas con cáncer. Con su aptitud de mujeres guerreras han luchado contra viento y marea para sobrevivir. Conozcamos sus historias motivadoras.

La vida, la carrera más importante

Priscilla Torres

Priscilla Torres fue diagnosticada con Linfoma de Hodgkin Esclerosis Nodular.

Priscilla Torres tiene 21 años y hace tres años atrás fue diagnostica con Linfoma de Hodgkin Esclerosis Nodular a nivel de mediastino. Recibir esa noticia no fue fácil, pero se ha fortalecido cada vez más a través del deporte y su pensamiento por seguir luchando por su vida.

Desde pequeña practica deporte; le gusta el voleibol, basquetbol, natación y atletismo. Antes de los 18 años, entrenaba y participaba como marchista, y estuvo presente en Juegos Nacionales de Costa Rica y Centroamericanos con grandes logros.

Estando en un partido de basquetbol, empezó a sentir una presión en el pecho como si algo le comprimiera por dentro. La mamá la llevó a un hospital en donde le hicieron unas placas de emergencia y le indicaron que tenía un pulmón perforado. Sin embargo, esa conclusión no fue correcta. Ese mismo día hicieron el traslado a un hospital. Varios días después fue diagnosticada e inmediatamente inició con la primera quimioterapia.

Aunque esa situación le cambió la vida, Priscilla siempre ha creído que la práctica del deporte hizo que viera la enfermedad desde otra perspectiva. “Nunca se me olvida que alguien de la familia me dijo ‘esta es su carrera más importante por la vida y tiene que llegar a la meta’”.

Esta joven se ha comparado con otros muchachos que están pasando su misma situación y ha notado que su cuerpo ha soportado más que una persona que no realiza ejercicio. “La mente está acostumbrada a más… Hay que rendir más, hay que ir más adelante, hay que aguantar, duela lo que duela. Uno piensa que va a pasar el momento y se sigue adelante. Tal vez esto ha hecho la diferencia”.

Siguiendo el consejo del líder

Priscilla estaba recién clasificada para unos Juegos Nacionales de Costa Rica, pero se encontraba recibiendo el tercer ciclo de la quimioterapia y aun así, tenía la idea de que quería participar. Los médicos y las personas cercanas preferían que no lo hiciera.

Henry Raabe, ciclista nacional de Costa Rica, había sido diagnosticado con esa misma enfermedad y un familiar cercano de Priscilla lo contactó para buscar la opinión de un deportista que estaba pasando una situación similar. La respuesta del ciclista fue: “Para ser sincero, nunca me he detenido y sigo practicando, aunque no en competencia, pero sigo andando en bicicleta”.

Con esa frase, Priscilla pensó que si él podía ella también lo lograría, así que participó en la competencia y ganó el primer lugar. “No esperé el gane. Sentí nauseas durante el recorrido, pero me aguanté y me mentalicé que no iba a vomitar. Mi entrenador se puso casi al centro de la pista y me dijo que tenía que seguir, y todo iba a salir bien. Me llevó prácticamente todo el recorrido y mi familia que estaba afuera”.

Actualmente va al gimnasio, corre de vez en cuando en asfalto, hace fondos largos y juega baloncesto. “Tengo que admitir que rindo un poco menos y que no aguanto lo mismo de antes. Pero nunca he sentido nada que diga que no puedo hacerlo”.

Desde hace un año no recibe tratamiento porque está en el proceso de recolección de células madres para que se le pueda realizar un trasplante de médula.

 

Descubriendo el sentido de la vida

Mónica Castañeda.

Mónica Castañeda.

Mónica Castañeda tuvo una historia distinta, ya que era una chica muy tranquila y del deporte solo le gustaban los patines de cuatro ruedas para andar muy rápido. En algún tiempo del colegio, estuvo en clases de natación, pero se salió porque su papá no podía recogerla.

Saliendo del colegio, su papá le pagó el gimnasio para que pudiera realizar alguna actividad deportiva. Un día estaba usando la caminadora en una forma rápida y le empezó a doler la rodilla. Ella creía que era un dolor normal del ejercicio, por lo que optaba por frotarse con un ungüento. Estuvo así durante dos meses hasta que su papá le notó que renqueaba. Así que la llevó a una clínica para que le realizaran una revisión y la doctora encontró que el líquido de la rodilla estaba regado. Mónica seguía pensando que era por el ejercicio hasta que la enviaron a realizarse una radiografía. Con lo que vieron, los médicos hablaron con urgencia con el papá. La internaron para seguir con exámenes durante dos semanas o un poquito más. “Después de la revisión, me indicaron que era un tumor, pero nunca me dijeron que era cáncer. Me dijeron que era eso y yo como “¡diay! OK”. El diagnostico final fue que padecía de osteosarcoma (cáncer óseo en la rodilla).

La mano amiga

Empezó con la quimioterapia. Sin embargo, no reaccionó bien la rodilla, por lo que tomaron la decisión de amputarle la pierna. “Estando ahí conocí otra gente que estaba pasando por lo mismo y eso me ayudó montones para afrontarlo”.

El apoyo del Proyecto Daniel y de la psicóloga del hospital fue una fortaleza para Mónica y así pudiera salir adelante. “En el salón había una parecida a mí que pasaba corriendo de un lugar a otro y la psicóloga me decía que ella se encaramaba en todo lado. Esa muchacha se llama Carol”.

Mónica Castañeda en un entrenamiento de natación.

Mónica Castañeda en un entrenamiento de natación.

Su amiga Carol le contó un montón de cosas que podía hacer. Ella estaba yendo a clases y participaba en competencias en muletas. Un día conoció a un señor en una carrera en el Parque La Sabana y le avisó que estaban buscando personas para la Federación Paralímpica en natación. Mónica tomó la palabra de su amiga y se incorporó para participar.

La natación le ha beneficiado mucho, principalmente con la prótesis, ya que le ayuda a la muñonera a volver a obtener músculo y fortalecer la pierna. “Antes me cansaba un montón con eso, porque casi no tenía resistencia, pero ya anda muy bien. Tengo de estar nadando como siete meses”. Mónica ahora recibe clases de dibujo y cerámica. Va a clases en la mañana o la tarde, así que se organiza con la natación, a la que va dos veces por semana.

A raíz de su experiencia, ella se siente más fuerte y sabe que es capaz de hacer todo. Como un mensaje positivo para adolescentes que están pasando por la misma situación explica que “una pierna o un brazo no define a la persona. Puede hacer cualquier cosa como los demás, aunque falte alguna parte del cuerpo. La situación de tener cáncer es muy dura y se puede sentir que está solo, pero esto no es así. Hay grupos como Proyecto Daniel en el que se puede conocer personas similares”.

 

Proyecto Daniel

La Asociación de Proyecto Daniel es una entidad privada y sin fines de lucro, creada en mayo de 2010. Su objetivo principal es ayudar a jóvenes de 13 a 25 años con cáncer, que están recibiendo tratamiento oncológico en los hospitales generales costarricenses, exceptuando el Hospital Nacional de Niños.

El Proyecto Daniel fue fundado por los padres de Daniel Arce Bobadilla, joven costarricense quien a los 15 años fue diagnosticado con un cáncer de hueso (osteosarcoma). Después de cuatro años de lucha, falleció en 2008 y le dejó un gran objetivo a sus padres: la creación de un centro para atención de jóvenes o adolescentes con enfermedades crónicas.

La Junta Directiva está formada por personas que en su juventud tuvieron cáncer o padres de hijos que fueron diagnosticados. Es por esta razón que entienden de lo que se trata y las necesidades que se tienen.

Lo que buscan es que los adolescentes cuenten con espacios específicos en los hospitales y además, concientizar a la sociedad costarricense acerca de la lucha contra el cáncer con adolescentes, fomentar programas que ayuden a estos jóvenes, así como brindar apoyo emocional a los adolescentes y familiares.

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