Diversos especialistas abordan la importancia de ingerir una pequeña dosis y cómo equilibrar su consumo.

Por El Salvador 

Saleros en la mesa a la hora de comer son la tentación más destructiva para alguien que sabe el daño que le genera consumir grandes cantidades de este mineral.

La Organización Mundial para la Salud (OMS) recomienda ingerir solo dos gramos de sodio al día, es decir unos 5 gramos de sal. Esto se puede traducir a una cucharadita.

Medir cada día las porciones de sal que se consumen es muy difícil, sobre todo porque hay sal escondida en otras comidas como los quesos, lasagna, mantequilla, embutidos, pizza, sopas de sobra y dulces, entre otros.

Estos contienen al rededor del 72% del total de sal que se debe consumir.

La nefróloga Samia Etaaboudi, concedió una entrevista a la revista Buena Vida, del periódico español El País y en el artículo “Exactamente, ¿cuánta sal deberíamos tomar al día?”, comentó que la sal es indispensable para el correcto funcionamiento del cuerpo humano. “Una pequeña dosis de sodio  es útil para regular, por ejemplo, el volumen sanguíneo y la presión arterial”.

Otro experto, la endocrinóloga Iris de Luna agregó “la sal participa en la contracción muscular y en la transmisión de impulsos nerviosos, y su déficit puede hacer surgir síntomas inespecíficos como alteraciones del equilibrio, lentitud psicomotriz, dificultad del pensamiento o somnolencia”.

Además Diana Boj, doctora endocrina, en esa misma publicación, afirmó para el consuelo de todos que no es conveniente eliminarla por completo de la dieta. “… Sería imposible, dado que la mayor parte de la sal que ingerimos está presente en los alimentos, prescindir de ella por completo no es recomendable”.

Luna por su parte, sugiere sustituir la sal por otros saborizantes naturales entre ellos el tomillo, el limón o romero. Boj aporta a este consejo que deben evitarse los alimentos procesados y apostar por materias primas naturales.