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14 errores frecuentes que cometemos en la ducha

¿Cuál es la temperatura ideal del agua? ¿Esponja sí o esponja no? ¿Qué pasa si me ducho dos veces al día?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya se ha preocupado por diseñar la ducha perfecta, que no debería exceder nunca de los 5 minutos de duración ni de los 95 litros de agua. Pero, no todo el mundo cumple con estas características.

Pero dejando a un lado las cuestiones de sostenibilidad, la dermatóloga española Elena de las Heras, compartió con el diario El País otro tipo de errores que cometemos en la ducha y que afectan directamente a nuestra piel. Estos son los más frecuentes:

1. Subir la temperatura. Tendemos a regular el termostato hasta confortables temperaturas elevadas, que nos ayudan a entrar en calor sin quemar la piel. Pero no es la alternativa idónea. «El agua templada es la mejor opción, porque no reseca la dermis», aconseja la dermatóloga. Se considera agua templada alrededor de los 30 ºC. En torno a 24 ºC es fresca; y caliente, a partir de los 38 ºC.

2. Abusar del jabón. Los geles con jabón eliminan el manto ácido de la piel. La doctora recomienda buscar fórmulas “sin”, los llamados syndets, que respetan la capa hidrolipídica que recubre la piel. La mayoría de los productos de ducha de farmacia responden a esta demanda.

3. Repetir. Ducharse más de una vez al día (normalmente, el gimnasio o trabajos excesivamente físicos obligan) tampoco es bueno. En ese caso, como señala la especialista, “hay que intentar que la segunda ducha sea lo más rápida posible y sin gel».

4. Despistar al pH de la piel. “Tendencias como las de usar jabón Lagarto, de pH alcalino, solo sirven para marear nuestro equilibrio ácido”, alerta Elena de las Heras. El pH es el grado de acidez de una sustancia, y el de la piel varía entre 4,5 y 5,9. El nivel del agua es de 7, y corresponde compensar este desajuste con geles o jabones que contengan un pH en torno a 5.

5. Utilizar productos excesivamente perfumados. Como indica la dermatóloga, “pueden producir alergias o dermatitis en las pieles sensibles”. La regla «a más espuma, más conservantes» se cumple en la mayoría de los casos. Cuanto más cosmético sea un producto de higiene, mayor riesgo hay de agresión a la piel.

6. No enjuagarse bien. “El mínimo resto de gel o jabón que quede en la piel puede provocar dermatitis irritativas”, alerta la experta. Haga una inspección detallada antes de salir de la ducha.

7. Depilarse bajo el agua. El 67 % de las mujeres que no recurren a sistemas de depilación profesionales, reconoce hacerlo con cuchilla. Lo dice un estudio realizado por la firma E-Swin. La mayoría aprovecha el momento de la ducha, pero rasurar el vello al tiempo que cae agua, según la doctora De las Heras, puede provocar irritación. Si no piensa renunciar al hábito, hágalo al menos con geles y espumas específicos y agua templada o fría. Si ese día “toca” y la ducha incluye lavado de cabeza, estos son los fallos que se debe evitar. Los señala el peluquero David Lorente, director del salón que lleva su nombre.

8. La sobredosificación. Como asevera el estilista, los excesos no son buenos. “En el caso del champú y la crema suavizante, una superabundancia puede provocar el efecto contrario al deseado”, dice. El excedente siempre se queda en la fibra capilar, aportando peso, restando brillo a la melena e incluso provocando sequedad, picor y descamación en el cuero cabelludo. “La dosis justa, si se trata de un buen producto, es el tamaño de una nuez para una melena media”, apunta Lorente.

9. Un flojo enjuague. El pelo tiene que chirriar al escurrirse. Es el único sonido válido para determinar que está perfectamente enjuagado. Para David Lorente, este es uno de los errores más repetidos y graves, “un buen lavado es un óptimo enjuague, no sirve de nada utilizar el mejor producto si no se lava a conciencia”. ¿Las consecuencias de errar en este punto? «Un cabello opaco, sin brillo y con la raíz pegada al cuero cabelludo e incapaz de expresar volumen alguno».

10. Asfixiar el cuero cabelludo. “El proceso ideal comienza con champú en la palma de la mano que se reparte después por todo el cabello, sin caer en el típico gesto de concentrar todo el producto en la coronilla”, advierte el peluquero. En el caso del acondicionador, que Lorente recomienda usar siempre, “hay que repartirlo por los medios y las puntas, realizando un masaje hacia el cuero cabelludo y sin friccionar demasiado los extremos”. Los errores cosméticos los identifica Mónica Ceño, fundadora de la clínica estética The Lab Room.

11. Olvidar la toalla. “Dejar la piel húmeda solo está justificado en el caso de que recurramos a un aceite hidratante o nutritivo, que se debe extender sobre la piel y permitir que se seque de forma natural”, explica la experta.

12. Ignorar las uñas. “El cepillo de uñas debe ser un complemento obligatorio en la bañera”, afirma Ceño. Hay que aplicar el gel de ducha en él y frotar bien, tanto en pies como en manos. «Tendemos a olvidarnos y cada vez encuentro extremidades en peor estado», prosigue.

13. Dar la espalda a la espalda. Como indica la esteticista, “es una de las zonas más propensas a acumular células muertas”. Los ejercicios de contorsionismo que hay que efectuar para llegar a frotarla son la excusa, pero hay unos caños trenzados que se agarran por los extremos que facilitan mucho la tarea. Y por último, el médico de familia Moisés Robledo, secretario de información de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), habla de la necesidad de decidir el uso de la esponja según las circunstancias de cada uno.

14. Generalizar. Según el médico, las personas sanas y autónomas pueden prescindir de este utensilio de limpieza y aplicar el gel con la palma de la mano. «Sin embargo, existen casos en los que se recomendará, por sus beneficios, el uso de la esponja: como, por ejemplo, si hay lesiones cutáneas, como en la psoriasis, para la que la esponja presenta ventajas dado su poder descamativo. En personas dependientes por enfermedad o edad (niños y ancianos) también es aconsejable», matiza Robledo. En estos casos, lo ideal es emplear esponjas desechables, «pues se convierten en un reservorio de gérmenes irremediables». En cuanto el material, el especialista solo ve posibles beneficios para el medio ambiente. «Que sean biodegradables», concluye.

Fuente: El País

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