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Ago 29, 2016 Juan Chaves Artículos, Salud 0
¿Cómo te preparas antes de ir a una consulta médica con un especialista?
Algunos investigamos en internet o buscamos información en foros. Y vamos armados con una lista de interrogantes escritos, para no olvidar lo más importante en medio de los nervios y acabar con el usual «me hubiera gustado preguntarle…» apenas salimos del consultorio. El problema es que muchas veces las preguntas que hacemos no son las cruciales. Adam Cifu, profesor de medicina de la Universidad de Chicago, dice que lo fundamental es plantear al especialista los interrogantes correctos.
«La gente suele centrarse en preguntas que en realidad deberían hacerse en una segunda instancia. Preguntas del tipo, ¿cómo funciona este tratamiento? o ¿cuáles son los efectos secundarios?», le dijo Cifu a la revista británica New Scientist.
«Son preguntas relevantes, pero definitivamente secundarias a la más importante de todas, que es básicamente, ¿debería yo recibir este tratamiento?»
Cifu es coautor del libro Ending Medical Reversal, (que podría traducirse como «Poniendo fin a los giros de 180 grados en medicina». Y es que, aunque resulte difícil de creer, algunos medicamentos y tratamientos se vuelven práctica común antes de que se sepa con certeza si son efectivos, o incluso, dañinos.
Un estudio publicado en 2013 por investigadores estadounidenses, entre los que estaba Cifu, analizó los trabajos publicados durante diez años en una revista médica y encontró nada menos que 146 casos de giros de 180 grados en recomendaciones.
Y no estamos hablando de actualizaciones en tratamientos, sino de retractación total. Un ejemplo es el consejo que la Academia de Pediatría Estadounidense daba en el año 2000 a madres con problemas de alergia, de no dar maníes o cacahuates a sus hijos hasta los tres años.
En 2008 la Academia modificó sus recomendaciones tras un estudio que mostró que exponer a esos niños a los maníes a partir de los cuatro meses reduce en un 80% el riesgo de alergias. Otro ejemplo es la terapia de reemplazo hormonal, HRT por sus siglas en inglés, que era recomendada ampliamente a las mujeres en la década del 90 para aliviar los síntomas de la menopausia.
Eso fue antes de que diferentes estudios constataran que dicha terapia aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, derrames y cáncer de mama, entre otros efectos. «Las revistas médicas están llenas de ideas interesantes que son sometidas a prueba y fallan. Así funciona la ciencia», dijo Cifu.
«El problema surge cuando esa nueva tecnología o tratamiento o cirugía se prescribe a miles personas antes de saber si funciona».
¿Qué preguntas debemos hacer entonces a un especialista?
Cifu recomienda tres preguntas clave que debemos hacer al médico que recomienda un tratamiento.
«La única manera en que los médicos saben si un tratamiento funciona es si está basado en investigaciones robustas, lo que básicamente consiste en pruebas de control aleatorio (randomized controlled trials o RCT por sus siglas en inglés)», dijo Cifu a New Scientist.
Es considerada la forma más fiable de evidencia científica y consiste básicamente en un estudio en que los tratamientos son asignados aleatoriamente, al azar, a sujetos de investigación, lo que asegura que los diferentes grupos de tratamiento sean estadísticamente equivalentes.
«No te interesa, por ejemplo, si un medicamento te ayuda con el colesterol, que es un indicador de riesgo de ataques cardíacos. Lo que te interesa es el punto final,los ataques al corazón. ¿Me ayudará este medicamento a vivir más, a sentirme mejor?», señaló el experto de la Universidad de Chicago.
«En jerga médica, esto es lo que se conoce como ‘número de pacientes que es necesario tratar‘ (number needed to treat o NNT)», explicó Cifu.
Es un término de bioestadística que determina cuantos pacientes deben ser tratados para que uno de ellos se beneficie, y describe la diferencia entre un tratamiento activo y uno de control o placebo.
Pero las consultas médicas suelen ser breves, los médicos están a menudo sobrecargados de trabajo y a algunos no les gusta nada que los pacientes pregunten demasiado.
«A mí me gusta cuando mis pacientes se hacen partícipes de la decisión», dijo el científico estadounidense.
La recomendación de Cifu es categórica: «Encuentra a otro médico».
El investigador de la Universidad de Chicago reconoce que ese consejo no lo hará popular con sus colegas, pero insiste: «Es parte de nuestro trabajo tener este tipo de discusiones con los pacientes».
«La mayoría de la gente no está entrenada para evaluar estudios que pueden encontrarse en internet y tienen 20 cosas en la mente al mismo tiempo. Por eso ven un profesional».
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