Sentimientos de soledad, preocupación e impotencia ante restricciones sociales podrían transformarse en detonantes de cuadros de angustia o depresión.
Por Revista ES
Inició la época de navidad y llegada de año nuevo y aún se viven los rezagos y sinsabores de la Pandemia. La noción de mantener la burbuja social, controlar las salidas al exterior y evitar la exposición a muchedumbres en espacios públicos y las aglomeraciones en espacios cerrados y privados, son recomendaciones que contrastan con un tiempo que se supone diseñado para compartir alegremente con toda la familia y los amigos, asistir a fiestas, abrazarse efusivamente y celebrar buenos momentos en colectivo.
Como explica el Dr. Paulo Castro, especialista en Medicina del Bienestar de la Clínica Vitality, “si bien hay emociones como la tristeza, la nostalgia y la melancolía que pueden ser superadas naturalmente y que ayudan a las personas a ser más resilientes; las circunstancias de encierro pueden activar condiciones mentales patológicas y crónicas de mayor riesgo”. La ansiedad y la depresión son dos manifestaciones usuales que requieren ser atendidas. Conozca más a continuación y algunas recomendaciones para abordarlas de mejor manera.
Ansiedad:
¿Dificultad para dormir?, ¿preocupación excesiva o permanente que le mantienen en estado de angustia?, ¿malestar en el cuerpo por aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, tensión muscular, malestar estomacal, o temblor y sudoración de extremidades? Todos estos síntomas pueden ser
reflejo de padecer un trastorno de ansiedad. Se debe tener claro que la ansiedad puede ser leve o moderada como una inquietud o nerviosismo
pasajero, o puede sentirse como miedo, terror o pánico constantes. Por lo general, experimentar sentimientos de tensión o estrés por largo tiempo son una manera de expresión de la ansiedad.
Además, este estado no hace distingo de edad o género, cualquier persona puede padecer ansiedad por diferentes razones según su contexto y realidad particular.
Depresión:
Por su parte, la depresión se asocia en mayor medida con una emoción de tristeza permanente que puede ir acompañada de sentimientos de ira, impotencia o frustración, y si bien es normal sentirse así en algunos momentos de la vida, si este malestar se sostiene durante más de dos semanas, es posible que estemos hablando de un trastorno del estado anímico. Es también posible que, al experimentar largos periodos de ansiedad, esto pueda llevar a la persona a sufrir una depresión crónica. Al igual que la ansiedad, la depresión puede manifestarse en personas de cualquier género y edad.
Si se tiene dificultad para conciliar el sueño, se padece cambios abruptos en el apetito, le falta energía o siente cansancio permanente, ha experimentado pérdida de interés o satisfacción en pasatiempos que antes disfrutaba, tiene sensación de desesperanza e impotencia, sufre dificultades para concentrarse y hasta tiene deseos de acabar con la propia vida; puede ser que esté frente a algunos de los innumerables síntomas asociados a un cuadro depresivo.
¿Cómo hacerles frente?
Lo primero es discernir si se está frente a un problema fuera de control: Toda persona puede tener momentos emocionales difíciles, sin embargo, la capacidad natural para sobreponerse paulatinamente es lo que marca la diferencia. Si alguien siente ansiedad permanente o cree estar en una depresión de la que no puede salir, requiere atender el problema de forma sistemática y efectiva, probablemente con ayuda profesional.
Aplique rutinas de actividad física y buenos hábitos como sueño y alimentación: El ejercicio, la buena alimentación y el descanso adecuado contribuyen a tener una química cerebral más saludable, productora de hormonas del bienestar como las endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina; que son responsables del buen ánimo de las personas.
Evitar el alcohol y las drogas como refugio emocional: Lejos de contribuir con el bienestar integral, el consumo de alcohol y drogas lícitas o ilícitas para adormecer el malestar suele generar círculos de dependencia que terminan por profundizar el problema que se quería atacar.
Practicar la meditación o mindfulness: Las emociones se desarrollan a nivel cerebral y la práctica de actividades como la meditación ayuda a entender mejor las imágenes mentales que causan el sufrimiento y a estar más ecuánimes frente a los hechos externos que no pueden ser controlados. Además, al igual que con la actividad física, la práctica regular de técnicas de meditación mejora la química cerebral del bienestar.
Valorar la herencia y los desbalances hormonales: En ocasiones los cuadros de depresión y ansiedad pueden estar provocados por factores genéticos hereditarios; o bien, podría existir un desbalance hormonal que esté afectando el estado anímico de la persona. Para determinar estas probabilidades se puede investigar en la historia familiar y buscar patrones de conducta y se pueden realizar análisis médicos para descubrir si el problema tiene un origen fisiológico.
Recuerde que tanto la depresión como la ansiedad han sido estudiadas ampliamente y son condiciones que lamentablemente están muy extendidas en la sociedad actual; por tanto, quien sufra un trastorno de este tipo no debe sentir vergüenza en pedir ayuda profesional para atacar la raíz del problema. Y si usted es alguien cercano a una persona que podría estar padeciendo depresión o ansiedad, también puede contribuir estando atento o atenta a comportamientos anómalos de su ser querido y recomendarle la visita a un especialista competente en la materia. Si desea más información o agendar una cita con el Dr. Paulo Castro, puede comunicarse al 2225-0767 de Clínica Vitality en Barrio Escalante.