Ante la actual pandemia, los pacientes inmunocomprometidos se han enfrentado a un peligro constante, lo que los ha llevado a extremar medidas para evitar el contagio.
Por Revista ES
Ser un paciente inmunocomprometido significa que sus defensas inmunitarias naturales contra infecciones se encuentran debilitadas, comprometiendo el sistema inmunológico ante diferentes enfermedades e infecciones. Su causa puede ser a raíz de ciertas enfermedades como la diabetes, cáncer, insuficiencia renal, enfermedad pulmonar, afecciones cardíacas y VIH, así como también, detonarse por ciertos tratamientos como la radioterapia o trasplantes de células madres u órganos.
Ante la actual pandemia, estos pacientes se han enfrentado a un peligro constante, llevándolos a extremar medidas para evitar el contagio, principalmente frente a un virus que ha presentado variantes en poco tiempo y con altos niveles de propagación. “Es importante que una persona inmunocomprometida refuerce medidas, respetando las reglas de distanciamiento, protección y cumpliendo con el esquema completo
de vacunación, lo que ayuda a disminuir considerablemente la probabilidad de contagiarse por infecciones transmisibles.”, explicó el Dr. Esteban Coto, Director Médico de AstraZeneca para Centroamérica y el Caribe.
Sin embargo, cerca del 2% de la población mundial corre un riesgo incrementado a una respuesta inadecuada a la vacuna contra COVID- 19, lo que ha llevado a los sistemas de salud a considerar esquemas alternativos de inmunización para estos pacientes vulnerables como lo es un anticuerpo monoclonal, un medicamento que protege contra el SARS-CoV-2, y que aporta proteínas artificiales que actúan como anticuerpos humanos en el sistema inmune, identificando y neutralizando agentes patógenos que causan la enfermedad. A diferencia de la vacuna, el anticuerpo monoclonal brinda anticuerpos artificiales protectores, transformándolo en una solución para pacientes con un sistema inmune comprometido.
Aumentar la cobertura de vacunación es una prioridad crítica de salud pública y si bien las vacunas siguen siendo la mejor estrategia para prevenir el COVID-19, el contar con medicamentos alternativos de inmunización, benefician a ciertas poblaciones vulnerables antes de la exposición al virus, como pacientes que no responden completamente a las vacunas, aquellos que presentan factores de riesgo identificados que agravan la enfermedad, quienes presentan respuestas antivirales deficientes (adultos mayores o inmunocomprometidos), pacientes con función deficiente de linfocitos T y/o B, así como los que viven en un entorno con un alto grado de propagación o personas alérgicas a los componentes de la vacuna.
Factores que desarrollan una baja respuesta a la vacuna en pacientes con enfermedades crónicas:
- Múltiples fármacos y combinaciones de medicamentos.
- Falta de apetito, lo que induce a desnutrición.
- Alteraciones de flora bacteriana normal y en mucosas.
- Estado inflamatorio crónico que debilita la respuesta inmunitaria.
- Envejecimiento.
Los pacientes inmunocomprometidos, son un segmento considerable de la población, que al contraer el virus pueden agravarse; por lo que es recomendable que visiten a su médico de confianza, con el fin de recibir las indicaciones de vacunas según su caso individual. Un anticuerpo monoclonal es una estrategia complementaria y se podría administrar adicionalmente para conseguir una protección más eficaz en tiempos pandémicos, añadiendo que se deben de tomar medidas cotidianas para evitar factores desencadenantes que pueden afectar el sistema inmunológico, como el estrés, la ansiedad y la depresión.
Además, de aplicar hábitos saludables como ejercicio moderado de 20 minutos, no recurrir a espacios cerrados, alimentación adecuada y actividad al aire libre.