Carla Castro Lizano.
Directora y fundadora
Editorial Edición ES 134
“Las cosas que duelen, enseñan”, dice una frase de Benjamin Franklin, diplomático e inventor estadounidense y cita que utiliza
el escritor John C. Maxwell para justificar que todos debiéramos de prepararnos para fracasar, no tanto para el éxito. ¿Paradójico?
No cuando se piensa en estadísticas, porque es más probable fracasar que tener éxito.
¿Cuántas veces nos caímos de la bicicleta antes de aprender? ¿No son los ensayos fracasos antes del logro? Para Maxwell el fracaso no se puede evitar, por eso señala como una norma no apuntar hacia una vida sin problemas, sino a cómo vamos a enfrentarlos.
las faltas deben ser vistas como lecciones. Uno sabe cuando ha aprendido una lección cuando cambia las acciones, porque cuando los triunfadores fallan, ven el fracaso como algo temporal, aislado, que se puede revertir.
Un buen ejemplo que ilustra la frase de Maxwell: “Su actitud frente al fracaso determina su altitud después de fracasar”. De la adversidad de la caída se alimenta el futuro, como fertilizante para el hambre de triunfo, ser el mejor. ¿Cuántas veces fallamos? Muchas, pero las caídas sirven para levantarse con más fuerza. Thomas Edison, quien patentó más de 1000 inventos, también
puso su firma en la frase: “Muchos de los fracasos en la vida lo experimentan las personas que no se dan cuenta de cuán cerca
estuvieron del éxito cuando decidieron darse por vencidos”.
Nunca sabremos cuántas veces caeremos, pero que esto no nos separe de lograr nuestros objetivos, porque podríamos estar más
cerca de lo que creemos. El dolor nos enseña, nos moldea y aunque parezca que nos vence, realmente nos hace más fuertes. Entrene a su mente y disfrute el placer de vencerse a sí mismo. El poder de la frase: “yo puedo lograrlo” no está en su acción antideslizante sino en su capacidad de convertirse en una potente grúa.