Muchos no logran vencer la tentación de pecar con la dieta, por lo que preparan astutas excusas para enfrentar al nutricionista en cada nueva cita.
Cuando salimos del consultorio del nutricionista, además de cargar un gesto de preocupación difícil de disimular, la mayoría llevamos una larga lista de recomendaciones y restricciones alimenticias. Justo ahí, tras el primer paso fuera del consultorio, inicia el reto.
Durante los primeros días, entre la preocupación y la motivación, nos convertimos en disciplinados y responsables consumidores: porciones correctas, ingredientes indicados y medidas justas. Sin embargo, las tentaciones no tardan en aparecer y conforme van llegando, vamos acumulando excusas para romper la dieta.
Aunque el sentimiento de culpa aflora cada vez que pecamos con la alimentación, un postre, los chicharrones en una fiesta o los cocteles del fin de semana rápidamente nos alivian. No obstante, el verdadero problema está cuando debemos enfrentar de nuevo al nutricionista. Las nutricionistas Karen Sanabria, Ana Elena Vargas, Andrea Rojas y Natalia Rodríguez nos cuentan cuáles son las excusas más comunes de los pacientes que rompen su dieta.
1. Actividades sociales. Los snacks, el licor, las bocas, frituras y postres no faltan en las fiestas y actividades sociales, tanto personales como de trabajo. Y como muchas de estas reuniones son compromisos inevitables, también comer se hace inevitable.
2. ¡Comer sano es caro! Aún muchos tienen el mito de que los alimentos saludables son más costosos y por ahorrar un poco, optan por alimentos baratos, pero no saludables, que sin duda resultarán muy caros para la salud.
3. ¡La ansiedad me mata! Esa falta de saciedad y deseo constante por comer resulta muy común, por lo que cuando se cambian los hábitos alimenticios resulta difícil controlar esa necesidad por comer. Además, muchas personas tienden a compensar las situación difíciles o estresantes con el consumo excesivo de alimentos.
4. ¡No tengo tiempo! Es difícil interrumpir la reunión de trabajo para comer su fruta de media mañana o salir de clases para hacer la merienda de la tarde. Por eso muchos alegan que entre las largas rutinas de trabajo o estudio no siempre pueden respetar los tiempos de comida; esto les obliga a pasar muchas horas sin comer o comer en exceso. Otros dicen que no siguen el plan de alimentación, porque el tiempo no les alcanza para ir al supermercado, cocinar sanamente o realizar actividad física.
5. ¡Tuve que viajar! Cuando las personas deben viajar, se les dificulta controlar la alimentación en el aeropuerto, los hoteles y restaurantes. Además, cuando se trata de reuniones de trabajo o negocios, por lo general los encuentros son en restaurantes donde es difícil resistirse al buen comer.
6. ¡En casa no me apoyan! No es nada raro que, justo en el momento en que empezamos la dieta, en casa preparen nuestro platillo favorito o manden a traer comida rápida con frecuencia. Así que cuando somos los únicos que tenemos un plan de alimentación saludable en la familia, se vuelve muy difícil soportar las tentaciones que se sirven en nuestra mesa. Por supuesto, no es fácil escuchar las críticas de los otros por nuestra nueva
forma de comer.
7. ¡No lo lograré! La falta de motivación es una zancadilla muy común para los que quieren seguir una dieta, sobre todo si se ponen metas irreales, como perder 5 kilos en una semana o bajar de peso sin alterar mucho sus
costumbres alimenticias. Esto provoca que no alcancen los resultados esperados y se den por vencidos muy pronto, antes de que la lucha ralamente comience.
8. ¡Esto es herencia! “Mi papá siempre fue obeso”, “a mi mamá también le cuesta mucho bajar de peso”. La genética es muy utilizada para justificar los problemas de sobrepeso. Muchos alegan que han tratado de bajar tallas toda su vida, pero que no lo logran, porque es algo de herencia.
9. ¡El fin de semana es libre! Algunos se dan el lujo de decir que, como comen saludable entre semana, pueden consumir todo tipo de alimentos los fines de semana, como una forma de premiarse.
10. ¡Es cansando! En algunos casos el cansancio impide que la persona se motive para realizar ejercicio o cocinar en casa. Entonces opta por comer comidas rápidas y reducir la actividad física.