Nuestro cuerpo está acostumbrado a comer cada dos horas y media al día.
Por Revista ES
Darse uno que otro gusto entre cada una de las comidas del día, se ha vuelto un hábito cotidiano en nuestro estilo de vida. Sin embargo, tampoco es considerado como algo nuevo tras tantas teorías y soluciones de alimentación.
La Doctora Marilú Acosta, afirma que el cuerpo está acostumbrado a alimentarse constantemente desde que estamos en el vientre de nuestra madre y nos acostumbramos a comer de nueve a doce veces al día, entre cada dos horas y media.
Pero si su objetivo es mantener su figura, pensará que si come menos bajará más rápido de peso, tanto en cantidad como en frecuencia, empero, lamentamos decirle que la lógica biológica no es así. «El cuerpo piensa que a mayor cantidad de comida, menor necesidad de guardar energía en forma de grasa, y a pesar de que sea importante para el organismo, en las mujeres es aún más cuidadoso, ya que el estrógeno permite la acumulación de grasa en lugares estratégicos como las caderas y los senos», agrega.
Para mantener nuestro cerebro relajado ante la ausencia de comida, Acosta, recomienda mantener una provisión constante de nutrientes cada tres horas, dándole al cuerpo cantidades más grandes durante las comidas principales y las pequeñas con refrigerios, tomando en cuenta que el orden de abundancia es de mayor a menor entre el desayuno y la cena.
«Lo anterior ayuda al cuerpo a comer una menor cantidad en los platos fuertes, y por ende se ajusta el exceso de calorías entre una comida y otra» señaló, Acosta.
Por su parte, se sabe que el desayuno es una de las comidas más importantes durante el día, y para acompañar este plato la doctora aconseja que se logre ingerir abundancia en proteínas, carbohidratos, minerales, vitaminas y por supuesto líquido, pues le ayudará a iniciar el día con lucidez mental.
«Para recuperar lo gastado, si hacemos actividad física, es aconsejable consumir más carbohidratos y proteínas (un sándwich); en cambio si dedicamos mayor tiempo a la actividad mental, es preferible la grasa, vitaminas y minerales (verdura y fruta), siempre acompañados de agua», agrega, Acosta.
De esta forma, a la hora de la comida sólo reemplazaremos lo gastado de la media mañana a la tarde y se evita el desgaste del organismo. Por la tarde, la doctora Acosta recomienda comer dependiendo de las actividades, por ejemplo «se puede rellenar tiempos con provisiones fruta, un pan con mantequilla de maní, barritas de cereal o rollitos de jamón, para llegar a la cena sin hambre y consumir lo mínimo para irnos a dormir» señaló, Acosta.