Por BBC Mundo
Para la mayoría de nosotros correr es un asunto sencillo: te atas las zapatillas, tomas un sorbo de agua y emprendes tu camino.
Pero para aquellos que practican el ultra running, correr es algo bastante más sucio.
Se conoce como ultra running a todo lo que implique correr más que la distancia de una maratón (42 kilómetros). Las carreras pueden cubrir literalmente miles de kilómetros y tardar desde unas horas hasta algunas semanas para completar.
Pero como si eso no fuera suficiente, quienes participan en estos eventos tambiénenfrentan obstáculos físicos, nutricionales e higiénicos que son muy poco glamorosos.
Hablamos con dos de los corredores ultra más exitosos de Gran Bretaña para que nos cuenten el lado más asqueroso de correr largas distancias.
Pizza
«El ultra running es simplemente una competencia de comer y beber con un poco de correr entremezclado», afirma Robbie Britton, quien ganó una medalla de bronce en el Campeonato Mundial de 24 horas de la Asociación Internacional de Corredores Ultra.
Si piensan que el atleta –integrante del equipo de Gran Bretaña– se refiere a barritas energéticas y nueces, se equivocan.
Cuando uno quema hasta 8.000 calorías por día, tus necesidades nutricionales se tornan un poco más extremas.
«La gente es capaz de comer cualquier cosa. Curry, comida de bebés, helado. Un argelino con el que competí llegó a la carrera con una horma de queso brie. Al final de cada tramo frenaba y cortaba un pedazo», cuenta Robbie.
A Britton también le gusta picar en medio de las carreras.
«Hay un video de la primera carrera de 100 millas que gané. A mitad del camino se me ve subiendo una loma comiendo una pizza. La próxima vez que aparezco estoy cruzando la meta primero», recuerda.
¿Su secreto? Era una pizza hawaiana. «La piña tiene más carbohidratos».
Cuando la naturaleza llama
Cuando estás comiendo pizza en medio de una carrera tu cuerpo inevitablemente siente la necesidad de desprenderse de la carga. Es por eso que la mayoría de los corredores ultra llevan siempre consigo unas hojas de papel higiénico.
Los atletas tienen una serie de técnicas para lidiar con los llamados de la naturaleza, algunas más antisociales que otras.
«En carreras internacionales he corrido con hombres que simplemente orinan mientras corren. Incluso te salpican», relata Jez Bragg, quien que fue el más rápido en completar los 3.054 km del sendero Norte a Sur de Nueva Zelanda, en menos de 50 días.
Bragg prefiere sacrificar 20 segundos y hacer pis en los arbustos. Pero no solo por cuestiones de decencia.
«Luego de unas horas de correr tu cuerpo está deshidratado y tu orina se va tornando de un amarillo oscuro a casi marrón. No quieres llenarte de pis saladoy deshidratado por todos lados, porque terminarás irritado».
Irritación
De hecho, después de las ampollas y de la posibilidad de desvanecerte de cansancio, los raspones son el peor enemigo del corredor de larga distancia. Entre los muslos, detrás de las rodillas, debajo de las axilas… cualquier lugar en el que la piel frota contra la piel es vulnerable.
«Lo peor es si se te irritan las nalgas», confiesa Britton. «Tienes que andar como un pato por seis horas; te arruina la carrera». Los corredores ultra crean estrategias ingeniosas para evitar esta fricción no deseada.
«Siempre te miran raro cuando entras en un negocio y pides el pote de vaselina más grande que tengan», cuenta.
Pero hay zonas en las que ni siquiera la vaselina ayuda. «Uso cinta de embalar en mis pezones. La gente siempre me pregunta si no duele después cuando me la quito. Obviamente nunca les frotaron los pezones por cinco horas seguidas».
Adiós uñas
Los corredores profesionales seguramente tengan los mejores calzados que el dinero puede comprar, pero cuando estás corriendo una maratón (o más) por día, ni siquiera eso es suficiente para proteger tus pies.
«Siempre estoy perdiendo uñas de los pies», dice Bragg. «En particular en carreras de montaña porque cuando estás descendiendo por mucho tiempo tu pie es empujado hacia el frente de la zapatilla y llega un punto en el que los dedos tienen demasiados moretones y las uñas simplemente se mueren».
Mirar los pies de Bragg probablemente le quitaría el apetito a más de uno, pero él mira el lado positivo. «¡Nunca me pasó que la uña no volviera a crecer! Aunque suelen caerse nuevamente antes de alcanzar su tamaño normal», cuenta.
«Algunos corredores ultra directamente se hacen sacar las uñas de los pies de forma permanente, pero yo no llegaría tan lejos», afirma.
De más está decir que el ultra running no es un paseo en el parque. Pezones encintados, ropa bañada en orina, uñas de los pies asquerosos, y todo por amor al deporte o, en algunos casos, por una causa noble.
Pero ¿cuál es el mayor secreto de estos deportistas, según Britton?
«La principal cosa que no les gusta admitir a los corredores ultra es esto:cualquiera puede hacerlo».