¿Es verdad que la privación de sueño termina por llevar a la enfermedad de Alzheimer?
Por Mayo Clinic
Se han hecho varios estudios para determinar el efecto del sueño sobre los trastornos que disminuyen
las funciones cognitivas, como la enfermedad de Alzheimer. Aunque ningún estudio ha mostrado un
vínculo claro entre la privación de sueño y la enfermedad de Alzheimer, existe la posibilidad de que
muchos años de sueño disminuido planteen un riesgo mayor para algunos tipos de demencia, incluida la
enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer es un tipo progresivo de demencia que deteriora la memoria y las capacidades sociales y de pensamiento tan gravemente que interfiere con el funcionamiento diario. Además, los problemas del sueño son un componente común de la enfermedad de Alzheimer, dado que puede trastornar el ciclo normal de sueño y vigilia para producir somnolencia diurna y desasosiego nocturno. Por otro lado, a medida que la enfermedad de Alzheimer empeora con el tiempo, las alteraciones del sueño también lo hacen y en muchas personas que padecen la enfermedad, tomar siestas durante todo el día termina remplazando al sueño profundo y restaurador de la noche.
Actualmente se investiga si la falta de sueño sano contribuye al desarrollo de la enfermedad de
Alzheimer. Pese a no entenderse bien la causa exacta de la enfermedad de Alzheimer, los investigadores
creen que la acumulación de una proteína anormal, llamada beta-amiloide, en el cerebro contribuye a la
enfermedad. Según la proteína beta-amiloide va acumulándose en el cerebro, al parecer también va
dañando o destruyendo a las neuronas cerebrales porque interfiere con la comunicación entre las
células.
Los estudios han demostrado que cuando se descansa bien por la noche, especialmente cuando el sueño es profundo, la proteína beta-amiloide se despeja del cerebro. Si el cuerpo no duerme las horas necesarias, con el tiempo, la proteína beta-amiloide puede no despejarse bien del cerebro. Es igualmente posible que eso incremente la acumulación de esta proteína anormal, lo que a su vez aumenta el riesgo para la enfermedad de Alzheimer.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan que los adultos duerman un promedio mínimo de 7 horas por noche. Si usted tiene dificultad para dormir esa cantidad de tiempo, considere incorporar algunas sugerencias básicas en su rutina a fin de mejorar la cantidad y calidad del sueño.
Una de las mejores medidas que puede tomar para promover un mejor sueño es fijar un horario para
dormir y cumplirlo estrictamente. Las horas de dormir y de despertar no tienen que ser exactamente
iguales todos los días, pero deben ser constantes en general. Por ejemplo, intente acortar la diferencia
entre la hora de dormir en días de semana y en feriados a no más de una hora. Cumplir con un horario
refuerza el ciclo de sueño y vigilia del cuerpo.
Adapte la habitación a fin de que el ambiente propicie el sueño. Para la mayoría de las personas, eso significa mantenerla oscura, tibia y silenciosa. A fin de dormir mejor, apague todos los dispositivos electrónicos por lo menos 30 a 60 minutos antes de acostarse en la cama. Eso le da tiempo al cerebro para relajarse y tranquilizarse, lo cual hace más factible quedarse dormido oportunamente. Mantenga la computadora y el televisor fuera de la habitación y no solo apague los teléfonos celulares por la noche, sino que déjelos en otro cuarto.
Tener un estilo de vida sano y activo también puede promover un sueño saludable: coma una alimentación balanceada; mantenga el consumo de alcohol al mínimo, porque si bien el alcohol puede hacer que uno se quede dormido más rápido, también hace más difícil permanecer dormido; haga ejercicio regularmente; y si tiene un trastorno del sueño, como apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas o insomnio, haga que se evalúen y traten esas afecciones.
Es importante dormir bien por la noche. La privación de sueño prolongada no solamente podría aumentar el riesgo de demencia, sino que los estudios han demostrado que con el tiempo, la gente que no duerme suficiente tal vez corre más riesgo para otros problemas de salud, tales como hipertensión, cardiopatia y diabetes.