Escribir sobre nuestros problemas ayuda a sentirnos mejor, favorece el estado de ánimo, reduce el estrés y eleva el autoestima.
Por El Salvador
Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido deprimidos, tristes, estresados, atrapados en la rutina o hundidos en experiencias traumáticas. Ante esas situaciones difíciles, muchos luchamos por encontrar equilibrio, bienestar y salir de ese estado tan desalentador.
Para algunos, hallar la tranquilidad implica consultar a un terapeuta. Para otros, puede ser comenzar un nuevo trabajo o cambiarse de residencia, y para las personas creativas lo mejor suele ser el arte.
Existen muchas formas de incorporar el arte en la sanación espiritual y en el crecimiento emocional, como dibujar, pintar, escuchar música o bailar. También hay maneras muy expresivas que no requieren de ningún talento artístico especial. Uno de estos métodos es la terapia de escritura, entendida como aquella en la que la persona afectada escribe sobre sus pensamientos, emociones y sentimientos más profundos relacionados con la vivencia estresante.
Escribir libremente o sobre nuestros problemas ayuda de sobremanera a sentirnos mejor. Esta acción produce un efecto terapéutico, según lo que han determinado varios estudios del profesor Jamie Pennebaker de la Universidad de Austin.
Estos estudios indican que expresar pensamientos y sentimientos de forma escrita puede ayudar a quienes presentan síntomas de ansiedad o a los que han vivido una tragedia personal, como la pérdida de un ser querido o una depresión fuerte. En este mismo sentido, otros estudios demuestran el efecto positivo sobre quienes sufren de cáncer o dolor crónico, entre otras dolencias. El denominador común está en que aquellos que escribían sobre sus problemas se sentían en general más felices, dormían mejor e incluso obtenían mejores calificaciones.
Quienes practican esta terapia no necesitan ser escritores prolíficos. Lo único que requieren es un pedazo de papel y un bolígrafo (o una computadora) y la motivación para expresarse a través de la palabra escrita.
Según el sicólogo salvadoreño, Santiago Salamanca, la mayoría de las personas obtienen mejoras significativas en su salud, tanto en el plano psicológico como en el fisiológico, a los dos o tres meses de seguir ese proceso terapéutico, el cual es de bajo costo, de fácil acceso y versátil.
“La escritura ahora ya es parte integral de la terapia. Utilizamos hojas de registro para atrapar los pensamientos, el estado de ánimo o la actividad diaria. Con la escritura se puede obtener un buen número de beneficios, como sacar los pensamientos negativos y ver los problemas desde otra perspectiva”, expresa el licenciado Salamanca.
En los años 60, el psicólogo estadounidense Ira Progoff estableció por primera vez el Método de Diario Intensivo, que consistía, efectivamente, en escribir un diario. Desde entonces, numerosos estudios avalan la utilidad de esta práctica, que se ha convertido en algo cada vez más usual.
Otras formas de escritura expresiva y terapéutica, como cartas, poemas y pensamientos, también se han vuelto muy reconocidas por sus beneficios.
Cualquiera que sea la forma de escritura utilizada, el objetivo no es producir una obra literaria grandiosa, lo verdaderamente importante es la expresión emocional que en ella se encuentra, independientemente del estilo de escritura o del contenido.
5 EJERCICIOS DE ESCRITURA TERAPÉUTICA
Según el sicólogo Salamanca, los ejercicios de escritura terapéutica pueden ser muy útiles, especialmente, cuando tienes un mal día o necesitas más confianza. Te enseñan a poner en orden tus pensamientos y a procesar tus sentimientos. En resumen, son un apoyo emocional que a veces es difícil obtener de los demás.
Para empezar, solo necesitas un bolígrafo y una hoja de papel. Debes colocarte en un lugar donde puedas sentirte relajado y cómodo, de ser posible lejos del ruido. Si lo deseas, puedes añadir algo de música suave que armonice el ambiente.
Escribe solo lo positivo
Existen personas que desde niños llevan un diario. En él escriben todos los días datos curiosos, anécdotas y situaciones interesantes que les ha pasado (aunque eso no siempre signifique que sean alegres). En este caso, el diario debe servir únicamente para apuntar todo lo positivo que se vive en el día a día.
Realizar esta acción no es imposible como se puede llegar a creer. Lo primero que se debe hacer es tomarlo como un reto. Todas las mañanas, al levantarte, debes fijarte en todas las situaciones buenas que hay a tu alrededor. Apúntalas y por la noche, antes de dormir, léelas. Te asombrarás al comprobar que la vida no es tan gris como piensas.
Ordena tus ideas
Toma un bolígrafo y, durante 20 minutos, escribe todo lo que se te venga a la mente. No importa si son frases inconexas o sin sentido. En este ejercicio también puedes dibujar, hacer listas de cualquier cosa que se te ocurra o escribir nombres.
Aunque esto parezca una locura, te servirá para poner en orden tus ideas y para saber cuáles son tus sentimientos más íntimos.
Es una buena forma de autoconocerte un poco más.
Carta de desahogo
Si alguna situación o acontecimiento te pone mal, escríbelo. Imagina que es una carta dirigida al motivo de tu descontento, exprésate y desahógate. Expresa todo lo que piensas; tu dolor, tus miedos y tu rabia. Notarás un enorme desahogo y te sentirás mucho mejor cuando termines.
Después, puedes elegir entre quemar la carta o dársela a la persona a quién va dirigida. Solo tú sabes si es buena idea o no: puede que te quites un peso de encima, pero también puede ocurrir lo contrario. Piensa en las consecuencias fríamente antes de actuar.
Escribe tus sueños
Decidas lo que decidas, solo tú puede saber qué tan lejos estás dispuesto a llegar. Nadie te juzgará si fallas y, si te equivocas, tampoco debes juzgarte a ti mismo. Diseña la vida que deseas, visualízala y motívate. Motívate para seguir luchando por aquello que deseas, porque es mucho mejor intentarlo y caer, que quedarse siempre con la duda.
Carta de los días malos
Habrá días grises en que todo te parecerá terrible. Cosas insignificantes te harán enojar. Discutirás con todos y sentirás como si te hubieras levantado del lado equivocado de la cama. Para estos días malos, mantén una carta en tu escritorio o en algún lugar seguro: una carta para los días malos.