Es importante mencionar que la alimentación y las emociones están estrechamente relacionadas.
Por Revista ES
Tener una alimentación balanceada es fundamental para mantener un estilo de vida saludable. Sin embargo, muchos confunden comer con alimentarse. El primero es el acto por el cual ingerimos la comida, mientras que alimentarse es la ingesta de un conjunto de alimentos que aportan diferentes nutrientes, como proteínas,
carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y agua. Pero ¿cómo saber si lo que decidimos comer es realmente nutritivo?
Silvia Saénz, nutricionista de Mondelez, señala que para que una alimentación sea balanceada debe incluir todos los grupos de alimentos, ya que, entre más variedad, más aporte de nutrientes se tendrá. Asimismo, indica que es fundamental estar conscientes de las porciones que se consumen. “Al momento que consumimos un alimento, hay que hacerlo de manera consciente, tomar el tiempo para identificar lo que se quiere y hacer la mejor elección, tomar la porción adecuada, aprovechar el tiempo para disfrutarlo plenamente, sin distracciones; y revisar si se está satisfecho”, señala Sáenz.
Respecto a hacer una buena elección de alimentos, la revisión de etiquetas también es una herramienta clave, porque permite identificar el aporte de nutrientes de los productos y así tomar decisiones más informadas de acuerdo con las necesidades de cada persona.
Por otro lado, además de saber combinar los alimentos, para Silvia las emociones juegan un rol importante. Por ejemplo, cuando uno presenta ansiedad y lo asocia con comer, lo recomendable es que se tenga un espacio para identificar si lo que se tiene realmente es hambre. Lo mismo pasa con el estrés, que puede afectar el patrón alimenticio, generando más ganas de comer y de consumir alimentos de manera compulsiva y en exceso en algunas personas; o en su defecto, en otras puede ocurrir pérdida del apetito o comer menos de lo acostumbrado. Adicionalmente, el estrés puede impactar en el buen funcionamiento del cuerpo, como la digestión, afectando la absorción de nutrientes, y pudiendo generar disconfort abdominal, colitis, estreñimiento o diarreas, entre otras.
Es importante mencionar que la alimentación y las emociones están estrechamente relacionadas: éstas pueden incidir en la elección de alimentos; pero de igual forma los alimentos que se consumen pueden influir en las emociones. “Algunas veces comemos algo que nos hace sentir felices, porque nos recuerda algo bonito o porque nos hace sentir relajados, esto ocurre porque al consumir alimentos generan liberación de ciertas sustancias en nuestro cuerpo que hacen que se generan esas emociones. Igualmente, dependiendo de la calidad de la dieta que tengamos, esta puede influir de manera positiva o negativa en nuestro estado de ánimo”.
Finalmente, Silvia Saénz sugiere que, para lograr un estilo de vida saludable, además de tener una dieta balanceada, se debe incluir actividad física, hidratación y descanso. Asimismo, refuerza que es fundamental tomarse el tiempo para identificar si se tiene hambre o se está bajo alguna circunstancia emocional o aburrimiento. “Si consumimos alimentos sin estar en realidad hambrientos, posiblemente vamos a comer más de lo que necesitamos”, señaló Saénz.