Así se titula un reconocido escrito del autor nacional Alfonso Chase y que bien podría ser usado en cuestiones deportivas.
Dos universidades inglesas (Lincoln University y John Moores University) acuerpan la teoría, mediante sendos estudios, que entrenar con música ayuda a elevar el rendimiento casi de manera automática, sin que el individuo siquiera lo note.
Pero hay un pequeño detalle: este aumento en el nivel suele ocurrir en atletas ocasionales “o recreativos”; pero no en aquellos de alto nivel, donde la utilización de reproductores de música suele ser contraproducente.
SEGUIDORES Y DETRACTORES: El atleta ocasional busca salirse del contexto de sufrimiento que supone una carrera y se enfoca más en la música. La consecuencia inmediata es menos conciencia del esfuerzo físico, mayor distracción y por ende menos sufrimiento. Por su parte los corredores consagrados generalmente no usan música, porque les gusta ir “escuchando” su cuerpo, la respiración, y la fuerza con la que apoyan el pie en cada zancada, pues esos son indicadores muy importantes dentro de una carrera.