Conozca las diferencias entre apetito, el hambre y la saciedad

Estos son los mecanismos que regula el apetito, el hambre y la saciedad para tener una alimentación más sana.

Por Revista ES

El control de qué comemos y cuándo lo hacemos es el resultado de una compleja interacción de numerosos factores como la edad, el sexo, el estado de ánimo, si se realiza ejercicio o no, y muchos otros más que afectan directamente los mecanismos que regulan el apetito, la saciedad y el hambre.

Para comprender más de este punto hay que aprender a diferenciar que es el hambre, el apetito y la
saciedad.

El hambre es esa necesidad urgente que tiene el cuerpo de ingerir alimentos, por lo que aparecen señales fisiológicas como el aumento de ruidos intestinales. Por otro lado, el apetito corresponde a ese deseo psicológico por comer alimentos, que se asocia más con experiencias sensoriales y emotivas. Y saciedad hace referencia a cuando ya ha pasado un tiempo más largo sin hambre o sin necesidad de requerir alimentos
hasta la siguiente señal de hambre.

Mariel García, nutricionista de GoodMed explica que “las necesidades nutricionales de las personas están determinadas por muchísimos factores, como, por ejemplo: edad, sexo, peso, talla, cantidad de masa muscular, cantidad de grasa corporal y el nivel de actividad física. Es decir, cada uno de estos factores determina cuántas calorías (en teoría) debe consumir una persona para encontrarse saludable.”

“Pero, hoy en día se sabe que la ingesta de alimentos no solo depende de estos cálculos teóricos, sino que más bien depende en gran medida de complejos mecanismos fisiológicos y psicológicos”, agregó García. En cuanto al aspecto fisiológico, el hambre, apetito y saciedad se regulan por un sistema neuroendocrino bastante complejo en el que participa el cerebro, específicamente el hipotálamo, que es el encargado de regular las señales de hambre y saciedad a corto, mediano y largo plazo.

“Sin embargo, el control de la ingesta de alimentos no solo depende de factores fisiológicos. Si esto fuese así, comer sería una actividad muy parecida a respirar, donde no se involucran nuestras emociones o nuestro contexto de vida. Esto sería un punto de vista muy reduccionista de la conducta alimentaria”, comentó García. Es así como se logró determinar que la ingesta de alimentos también depende de otros factores, los cuales se detallan a continuación.

Finalmente, la nutricionista menciona que aunque los mecanismos se entienden cada vez mejor, aún no se comprende la complejidad de la conducta alimentaria. Pero, que sí se pueden proporcionar algunas pautas para tener una relación sana y satisfactoria con nuestra alimentación como por ejemplo ingerir alimentos de buena calidad, introducir alimentos que aporten color al plato, tratar de acompañar nuestros platos con muchas verduras, legumbres y hortalizas. Esto, además de sabor, nos proporcionan fibra, un nutriente clave para mantener nuestro “cerebro” saciado más tiempo.

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