Endulzante. Sin saberlo, el jarabe maíz lo consumimos casi en todo, hasta en productos que venden como saludables; sin embargo, crea adicción y es un riesgo.
Por Nuevo Diario
Entre los alimentos industrializados, el aditivo por excelencia es el jarabe de maíz alto en fructosa (JMAF). Sin nosotros saberlo, esta sustancia acompaña a nuestro pan, a las galletas de chocolate que tanto nos gustan y qué decir de los refrescos embotellados. ¡Vamos! Hasta lo podemos encontrar en las barras nutritivas y el pan integral que te venden como saludable.
El JMAF es un edulcorante líquido, transparente, obtenido del maíz después de un largo proceso. Se somete a altas temperaturas repetidas veces, se rompe su estructura molecular, se vuelve a refinar, se blanquea y filtra hasta quedar una sustancia “pura”, un almíbar con un grado de concentración ideal para su comercialización.
Las grandes compañías alimenticias han aprovechado los beneficios que ofrece el jarabe de maíz a nivel industrial. Además de ser más barato a gran escala, se utiliza en productos ultradulces; gracias al jarabe, los productos se conservan por más tiempo en una envoltura y crean adicción al paladar. Estos productos permanecen más tiempo en exhibición, lo cual significa menos pérdida y más ganancia.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Princeton, el consumo del JMAF está relacionado con la actual epidemia de obesidad. Se comprueba que aumenta la grasa corporal, también el colesterol y los triglicéridos —indicadores que incrementan las posibilidades de infarto, especialmente en mujeres —.
En el caso de los niños, provoca hiperactividad, déficit de atención, dolores de cabeza, y, además, afecta su capacidad de detectar distintos sabores, reduciendo su paladar a solo tres: salado, dulce y grasoso.
Precauciones
Estamos ante un escenario casi catastrófico y sin saberlo. Apenas estamos viendo los efectos en forma de esa epidemia llamada obesidad. Nosotros, ¿qué podemos hacer como consumidores? Aunque no lo parezca, tenemos el poder y está en nuestras manos elegir lo que llevamos a nuestra mesa. Algunas recomendaciones son:
Revisar etiquetas. Si encontramos entre los ingredientes fructosa, sólidos de jarabe de maíz, glucosa-fructosa, azúcar de maíz o high fructose corn syrup (HFCS), estamos hablando de la misma cosa. Mejor evitarlo.
Elegir productos naturales. Entre menos procesado, mejor para nuestra salud. Una buena opción es comprar local: pan directo de la panadería. Para endulzar utiliza azúcar de caña o rapadura de dulce.
Informarse. En teoría los productos deben indicar sus ingredientes en el empaque.
Pasar la voz. Por supuesto, al tener conocimiento de estos datos, lo mejor es compartir la información sobre lo que consumimos y comentar las consecuencias de esto. Empieza por tu familia y sigue con tu círculo de amigos.