¿Sabía que mientras entrena su cuerpo, entrena su cerebro? Numerosos estudios demuestran que el ejercicio aeróbico promueve la producción de una molécula neuroprotectora que mantiene el cerebro joven y activo.
Por Karol Pérez
Si las matemáticas nunca fueron lo suyo, si pierde las llaves con frecuencia, si o tiene problemas para tomar decisiones o hasta el ruido de una mosca lo distrae, el ejercicio puede ser su aliado.
Aunque tal vez ni lo imaginaba, cada vez que realiza ejercicios aeróbicos como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta está ejercitando su cerebro. En los últimos años, los científicos han descubierto que el ejercicio aeróbico promueve la producción de una molécula llamada Irisina, la cual tiene efectos neuroprotectores que ayudan a mantener el cerebro joven y mejoran el aprendizaje.
El doctor José Moncada, director del Centro de Investigación en Ciencias del Movimiento Humano de la Universidad de Costa Rica, asegura que la oxigenación cerebral que ocurre mientras realizamos ejercicios mejora la capacidad cognitiva y protege al cerebro de la degeneración que ocurre con la vejez.
“Hay varias teorías, entre las cuales se encuentran que el mejoramiento de la capacidad cognitiva se debe a que durante el ejercicio al cerebro le llega más sangre y más nutrientes para las neuronas. Al haber mayor información derivada de las actividades físicas, habría también una mayor cantidad de neuronas conectadas con otras, haciendo una especie de malla gigante de conexiones cerebrales. A esto se le llama neuroplasticidad y podría explicar en parte el beneficio del ejercicio en la capacidad mental”, explica el doctor Moncada.
¿Cómo y cuándo?
A corto plazo:
Aunque es imposible asegurar que correr unos kilómetros sea la fórmula para convertirse en genio, si es posible prever que tendrá mejores resultados si hace ejercicio aérobico antes de un examen o una actividad que requiera concentración.
Una investigación del Institute of Medical Psychology puso a un grupo de mujeres alemanas a estudiar palabras en idioma polaco después de haber realizado una sección de ejercicios. Mientras, otro grupo estudiaron las mismas palabras sin realizar ninguna actividad física. Los resultados evidenciaron que las mujeres que se ejercitaron antes de estudiar aprendieron mayor cantidad de palabras que las que no realizaron ejercicio previamente.
Esto se debe, según los científicos, a que la adrenalina que se produce durante el ejercicio promueve la presencia de una molécula llamada FNDC5 que activa el cerebro. Por eso es aconsejable estudiar después de ejercitarse.
A largo plazo
Si bien es cierto no se puede afirmar literalmente que hacer ejercicios nos hace más inteligentes, sí hay evidencias de que al ejercitarnos se activa el Hipocampo, que es la parte del cerebro relacionada con el aprendizaje. Por tanto, su activación constante puede repercutir en una mejor capacidad para aprender.
Además, el ejercicio puede convertirle en un buen líder o un exitoso tomador de decisión. Investigadores de la Universidad de Illinois descubrieron que el ejercicio constante promueve la irrigación de sangre en la zona prefrontal del cerebro, que es la encargada de resolver problemas y tomar decisiones.
“También podría ayudar a atenuar o a reducir los efectos adversos del Alzheimer y otras demencias. La evidencia epidemiológica indica que las personas con mayor condición física tienen al menos una reducción del 14% en el riesgo de mortalidad por demencia.” agrega el doctor Moncada.
Así que, tal vez no exista la pócima para la eterna juventud o la receta secreta del saber, pero existe el ejercicio: un método comprobado para verse bello, estar sano y ser inteligente.