El ejercicio y el deporte en la mujer

En el pasado, solo los hombres hacían ejercicio fuerte y participaban en deportes. Se estimaba que la mujer era más débil, más frágil y no estaba hecha para la actividad física. Actualmente, casi todas las actividades atléticas y deportivas son accesibles a las mujeres y los resultados que ellas han obtenido han sido sorprendentes.

Por: Dr. Castro

Antes de la pubertad no se observa mucha diferencia entre hombres y mujeres en su talla, porcentaje de grasa y masa muscular. Con los cambios hormonales de esa etapa ambos sexos comienzan a diferenciarse debido a la poderosa influencia de los estrógenos en las mujeres y la testosterona en los hombres.

 

Los estrógenos aumentan los depósitos de grasa en la mujer, sobre todo en los muslos y las caderas. El crecimiento de su esqueleto se detiene unos años antes que el de los hombres. Por su parte, la testosterona causa en los varones el desarrollo de la masa muscular y el crecimiento óseo puede continuar hasta casi los 20 años de edad.

 

Durante la vida activa se mantiene siempre una diferencia entre ambos sexos en el porcentaje de grasa y masa muscular. Es la cantidad de músculo lo que hace que el hombre tenga más fuerza. Si comparamos un hombre y una mujer que tengan la misma masa muscular, las diferencias en fuerza no se notan. La calidad del músculo y sus mecanismos de control neurológicos no difieren entre hombres y mujeres.

 

Las mujeres no logran alcanzar la capacidad aeróbica o cardiovascular de los hombres, porque su corazón es más pequeño y el volumen de sangre circulante es menor, por lo que tienen menos capacidad de transportar el oxígeno a sus músculos. Con el entrenamiento, a mediano y largo plazo, no hay ninguna diferencia en las adaptaciones fisiológicas que se logran entre ambos sexos.

 

¿Afecta la menstruación el rendimiento en el ejercicio?

En algunas mujeres el período menstrual afecta su rendimiento en el ejercicio, especialmente a aquellas que sufren menstruaciones muy dolorosas o con abundante sangrado. No obstante, la mayoría de las mujeres no se ve afectada en su actividad física por la presencia de la menstruación.

 

¿Perjudica el ejercicio la menstruación?

Practicar el ejercicio o entrenar varias horas todos los días puede afectar la menstruación. Se pueden ver irregularidades, atrasos o hasta ausencia de menstruación (amenorrea) en mujeres que entrenan muy duro.

 

Generalmente, el ejercicio intenso que provoca la ausencia de menstruación está fuertemente relacionado con una mala alimentación. Muchas mujeres atletas, debido a sus largas horas de entrenamiento, no se nutren adecuadamente. En muchos casos, la naturaleza de la actividad que practican las obliga a estar muy delgadas, como es el caso de las que compiten largas distancias (por ejemplo en maratón), gimnasia y ballet, por lo que caen en desórdenes de alimentación, tales como anorexia y bulimia.

 

Desde hace muchos años se conoce la relación entre los desórdenes de alimentación y el sobreentrenamiento. Se le llama la triada de la mujer atleta cuando se presentan estas tres condiciones: amenorreas (ausencia de menstruación), trastornos de la alimentación y osteoporosis. Mujeres atletas jóvenes llegan a tener una densidad ósea como si tuvieran 70 años de edad y sufrir fracturas de fatiga con el impacto excesivo. Esto se debe a que la actividad prolongada o muy intensa, junto con la mala nutrición, frena la producción de estrógenos, tal y como sucede en la menopausia.

 

¿Se puede hacer ejercicios durante el embarazo?

Siempre ha existido controversia entre los médicos obstetras sobre si la mujer puede o debe hacer ejercicio durante el embarazo. El criterio actual es que, si una mujer hace ejercicio regularmente y queda embarazada, puede continuar haciéndolo con ciertas precauciones, como moderar la intensidad y el alto impacto, evitar los movimientos bruscos o la presión sobre su abdomen en los últimos meses. La mujer que se ejercita regularmente durante el embarazo notará que su parto fue mucho más fácil y la recuperación posterior mucho más rápida.

 

No se ha demostrado que el ejercicio comprometa la circulación de la placenta o afecte al bebé. Hay algunos trabajos publicados recientemente en los que se demuestra que el ejercicio influye en el peso del niño al nacer, dependiendo de la intensidad y si se practica en la primera o segunda mitad del embarazo. Existen programas de ejercicio para madres cuyo problema es tener los hijos demasiado grandes o para aquellas que tienen hijos con muy bajo peso.

 

Si la mujer nunca ha hecho ejercicio y queda embarazada, no es el momento de iniciar un entrenamiento, a menos que sea un programa especial y supervisado por un profesional.

 

¿Se aflojan los tejidos con el ejercicio?

Un mito frecuente relacionado con la práctica del ejercicio de alto impacto de la mujer es la creencia de que los tejidos se aflojan. “Se le caen los cachetes, los pechos, el útero y la vejiga”. En realidad este problema no se relaciona con el ejercicio, sino más bien con la calidad genética de los tejidos. La mujer con excesiva elasticidad de su piel y tejido conectivo sufre estos cambios haga o no ejercicio. La caída del útero y la vejiga se asocia más al embarazo y parto en mujeres hiperflexibles.

 

La mujer suda menos que el hombre. ¿Eso afecta su tolerancia al calor durante el ejercicio?

La mujer suda mucho menos que el hombre cuando hace ejercicio. Tiene una tasa de sudoración menor debido a que tiene menos cantidad de glándulas sudoríparas. La evaporación del sudor es el mecanismo del cuerpo para regular su temperatura. Durante el ejercicio, la temperatura corporal aumenta, sobre todo en un ambiente caliente y húmedo como Costa Rica. Sin embargo, todavía no se ha demostrado que producir menos sudor afecte a la mujer en su capacidad de tolerar el calor durante el ejercicio.

 

Debido a que la mujer tiene, por lo general, un estilo de vida diferente al del hombre, son menos activas y no hacen tanto ejercicio, deben hacer ejercicio regularmente, durante toda su vida, para prevenir la osteoporosis. Se ha demostrado que la mujer que desde la adolescencia hace ejercicio tiene mucho más densidad ósea que la que no ha hecho y mucho menos posibilidad de sufrir fracturas después de la menopausia.

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