Revista Ejercicio & Salud, es una publicación de Summa Media Group
Entrenar más de la cuenta puede perjudicar las rodillas

Se recomienda: «prestar atención ante malas técnicas de entrenamiento los sobreentrenamientos, los entrenamientos repetitivos.

Por Lanación.com.ar 

Vivimos de acá para allá. Algunos corremos por las circunstancias de la vida, otros más organizados, más en contacto con los buenos hábitos de salud, por entrenamiento. Quien más quien menos, lo cierto es que tanto aquellos que a diario encaran el desafío de correr las carreras de obstáculos que nos imponen las calles de la ciudad, como quienes salen a correr por los parques y circuitos deportivos, todos tenemos una misma necesidad: cuidar nuestras rodillas.

Es la articulación más grande del organismo y funciona como si fuese una bisagra compleja, permite que el fémur se flexione y se extienda con respecto a la tibia, habilita las rotaciones y tiene un cierto grado de elasticidad.

Al hacer deporte es una de la articulaciones más exigidas: «Tiene que sostener el peso del cuerpo ya sea para caminar correr y también tiene una movilidad muy elevada que nos permite hacer un montón de movimientos», señala la licenciada Mónica Avila, profesora de educación física y nutricionista. «Permite saltar, caer, hacer giros y cambios bruscos de dirección y responder a ciertos desequilibrios», añade.

Un dolor en esta articulación no es como un dolor en otra parte del cuerpo: si la rodilla duele estamos obligados a parar la marcha, bajar un cambio. En el sentido literal y el metafórico del término.

Es prácticamente imposible seguir adelante con las actividades diarias como si nada estuviese pasando, es un dolor que no se puede ocultar. Para el deportista, obliga al reposo y para el caminante urbano, a usar el transporte, caminar con más cuidado y en todo caso, siempre buscar el origen del problema.

El dolor y los tipos de lesiones

Como explica el doctor Ricardo Soto, cirujano especialista en ortopedia, traumatología y medicina del deporte del Sanatorio Modelo de Caseros, «Hay que prestar atención a todo tipo de dolor, ya que este puede estar indicando un proceso inflamatorio o una lesión, que es necesario tratar médicamente».

Las lesiones más frecuentes que se encuentran en la consulta médica son tendinitis (las inflamación de los tendones), rupturas tendinosas, rupturas de ligamentos o rupturas de los meniscos. También pueden producirse procesos degenarativos propios del envejecimiento o ciertos deportes como son las lesiones osteocondrales (que pueden derivar en artrosis).

Entre los factores más comunes que pueden provocar una lesión o una inflamación en la rodilla el especialista enumera: sobre entrenamiento, traumatismos o microtraumas repetitivos (golpes fuertes o menores), sobrepeso, calzado inadecuado o mal estado del campo de deporte.

Es frecuente que el entusiasmo ante el deporte y el entrenamiento (ese bienestar tan conocido que es el aumento en la producción de endorfinas propia del movimiento corporal) nos lleve a excesos, a entrenar de más y sin darle al cuerpo la oportunidad de recuperar los músculos y articulaciones en forma adecuada después del esfuerzo.

Por eso el doctor Soto recomienda: «prestar atención ante malas técnicas de entrenamiento los sobreentrenamientos, los entrenamientos repetitivos, la mala utilización de la aparatología o la mala regulación del aparato cuando se está haciendo el ejercicio». Esto exige una práctica responsable y supervisada por un profesional de educación física al hacer deporte.

A lo dicho, la profesora Avila añade también el «azar» puede influir. «En general las lesiones mas graves son por mecanismos indirectos. Vas caminando, se tuerce una rodilla y es puede provocar una ruptura de ligamentos, lo mismo puede ocurrir debido a un mal apoyo. También podés caerte y golpearte, o hacer involuntariamente un giro brusco cuando el pie queda atrapado en el suelo, algo muy común por un taco enganchado en una ranura», enumera.

Por su parte la kinesióloga licenciada Liliana Gutilla , señala que una de las lesiones frecuentes es la artrosis, una afección del cartílago, la capa que recubre los huesos de la rodilla -el fémur y la tibia-, que se va desgastando por la actividad y la edad del paciente, y se manifiesta con dolor e inflamación. El exceso de ejercicio puede llevar a una lesión osteocondral (de los huesos y el cartílago) y eso puede con el tiempo llevar a la degeneración de la articulación, es decir la artrosis. Para evitarlo es sumamente necesario cuidar y proteger la rodilla durante toda la vida.

Como proteger la rodilla

La rodilla está cubierta por una musculatura voluminosa y potente que sirve para dar movilidad pero también estabilidad. El entrenamiento adecuado de toda esa musculatura es beneficioso para proteger la articulación.

Según señala «el dato positivo es que toda la musculatura se puede entrenar para que esté fuerte, flexible y que proteja la articulación. En cambio, los ligamentos y los meñiscos no se pueden entrenar; son elementos pasivos y muchas veces, por un golpe se rompe el meñisco y por eso, al mismo tiempo, se rompe el ligamento». Para prevenir golpes y caídas o que el cuerpo esté mejor preparado para reaccionar a imprevistos la experta recomienda practicar ejercicios de propiocepción, es decir aquellos que brindan al cerebro la información de la ubicación y el movimiento de los músculos.

Por otra parte, el deportólogo Ricardo Soto, añade que durante el entrenamiento y la práctica deportiva es preciso respetar una serie de pasos necesarios: «Hay que calentar los músculos, mantenerlos en un buen estado de elongación, desarrollar un balance muscular, respetar los ritmos de entrenamientos, respetar los tiempos de descanso, variar el modo de hacer ejercicio y también variar la actividad y si se puede no hacer siempre el mismo deporte». También suma que fundamentar mantenerse en el peso adecuado y usar el calzado y la ropa indicada para cada deporte.

La licenciada Avila – que además de profesora de educación física es nutricionista- hace énfasis en la importancia de mantener un peso saludable prevenir lesiones en las rodillas. «Recordemos que ellas sostienen el peso del cuerpo», señala.

Los pasos para el diagnóstico y el tratamiento

Ante el primer síntoma de dolor o inestabilidad, el primer paso es ver al médico, quien mediante un examen físico puede arribar a una presunción de diagnóstico y luego, el especialista, apoyado por métodos de diagnóstico de imagen – como la radiografía o la resonancia magnética- llega a un diagnóstico más preciso y se puede indicar un tratamiento.

Entre los tratamientos que se usan para tratar el dolor de rodilla, en primer lugar suele ser clínico: se aplica hielo sobre la zona afectada que actúa como antinflamatorio. El médico puede recetar medicamentos antinflamatorios, recuperación mediante sesiones de kinesiología y tratamientos locales. En lesiones más profundas como las de menisco, ligamentos u osteocondrales, el tratamiento que se usa es quirúrgico. Actualmente las técnicas de cirugía que se utilizan son las mínimamente invasivas como la artroscopía.

Esa tecnología -que es tanto un método diagnóstico como quirúrgico- permite que se introduzca una cámara dentro de la articulación, que se refleje la imagen interna en una pantalla y el cirujano pueda pueda realizar la operación sin necesidad de hacer un corte.

En tratamientos de kinesiología, hay una diversidad de opciones para la rehabilitación. La kinesióloga fisiatra licenciada Liliana Gutilla enumera: «Depende del tipo de dolor o lesión a tratar, el kinesiólogo va a desarrollar un programa de ejercicios de rehabilitación destinados a fortalecer la musculatura de la rodilla y estirarla gradualmente».

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