Etiquetado especial en alimentos busca retar la obesidad en Costa Rica

El sobrepeso registra un promedio de 37% entre mujeres y hombres.

Por Revista ES

En Costa Rica la obesidad dejó de ser un asunto de estética y se convirtió en un problema de salud. Riesgo de infartos, de hipertensión, problemas de movimiento y daños al sistema óseo son algunas de sus consecuencias.

De acuerdo con datos de un estudio de la Universidad de Costa Rica el sobrepeso registra un promedio de 37% entre mujeres y hombres, al tiempo que la obesidad ronda un 20%; otra variable interesante es que la clasificación del índice de masa corporal por sexo y edad en mujeres y hombres indicó que el peso normal se da entre los 18 y 29 años, y tanto el sobrepeso como la obesidad inicia con mayor intensidad a partir de los 30 años.

¿Cómo se propone minimizar su impacto en otros países? Una de las propuestas que se discute por ejemplo, en Uruguay, es un etiquetado de advertencia en alimentos que superan ciertos niveles de azúcar, grasas saturadas y sal.

Este tema se discutió durante la jornada titulada “El rotulado frontal de alimentos. Proyecciones de su aplicación en Uruguay” celebrada en la Facultad de Derecho, el Departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Facultad de Química observó varios aspectos del proyecto de decreto que establece que los alimentos que tienen ingredientes que podrían desarrollar obesidad lleven un distintivo similar al del etiquetado frontal que se implementó en Chile, pero bajo los parámetros definidos por el Perfil Nutricional de laOrganización Panamericana de Salud.

Durante la jornada, el Dr. Ing. Alim. Ignacio Vieitez puso sus reparos al modelo de etiquetado ya que el decreto ordena marcar con un octógono negro con letras blancas en su parte frontal a aquellos alimentos procesados que superen ciertos niveles de azúcares, grasas, grasas saturadas y sal, con relación a la cantidad de calorías en términos absolutos del producto, no en base a una dieta diaria.

El Proyecto propone como parámetros el perfil nutricional de la OPS. “Estas recomendaciones son una extrapolación errada de los valores límite planteados por la OMS para una dieta total. Los valores de los límites para los contenidos de sodio, azúcar, grasa y grasas saturadas establecidos por el Modelo de Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (MPN de la OPS) se basan en criterios nutricionales de la OMS (OMS, Informe 916) para ser aplicados en la dieta total». «El problema es que la OPS los utiliza para productos individualmente considerados. Utilizar el MPN de la OPS para productos alimenticios individuales es inapropiado».

El experto señaló que el proyecto “asume una relación directa entre el consumo de alimentos procesados y el desarrollo de la obesidad y otras ENT (Enfermedades No Transmisibles) y no toma en cuenta que en dicho tipo de enfermedades inciden múltiples factores como preferencias de consumo, educación nutricional, actividad física, factores ambientales, etc”.

Para Vieitez, “la información que contiene una etiqueta no necesariamente asegura por si sola un cambio en la forma de consumo de los alimentos ni en los hábitos relacionados con la salud”. “No existen estudios que demuestren que un simple etiquetado revierta las ENT. Habría que pensar en planes de educación para la población en general”, agregó.

“La propuesta de etiquetado frontal no sólo debe actuar sobre el consumidor, debería motivar a adecuar procesos de producción que en algunos casos pueden resultar complejos”, comentó el académico y que necesariamente se debería trabajar con la industria.

En su presentación, el Departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Facultad de Química de Uruguay sostiene que el procesamiento de alimentos que ha salvado de hambre a la humanidad durante cientos de años no puede ser condenado ni catalogado como causante directo de obesidad ni de ENT’s”.

El académico se pregunta: “¿Se puede condenar a un alimento con múltiples beneficios comprobados para la salud, por contener azúcar en cantidades tales que resulte placentero para el consumidor?, ¿Qué alternativas se proponen?, ¿Sustituir azúcares por edulcorantes no calóricos?, ¿Es realmente un problema que un niño o un adulto consuma una unidad de ese producto por día con azúcar como ingrediente?, ¿Qué ocurrirá cuando se sustituyan las grasas por sustancias equivalentes desde el punto de vista de la funcionalidad de los productos, pero sin un aporte nutricional definido?”.

Vieitez leyó una conclusión a la que llegó el profesor Michael Gibney en el Congreso Mundial de Salud celebrado en Irlanda en 2016. “No hay condiciones médicas relacionadas con la nutrición que estén vinculadas al uso del procesamiento en la producción de alimentos; estas condiciones están totalmente asociadas con la ingesta de nutrientes real y no con el nivel de procesamiento”.

Vieitez mostró su preocupación porque  la propuesta excluye los alimentos no envasados y los envasados en presencia del cliente, y planteó la duda de qué pasa con una mermelada común y otra reducida en azúcares, pero que tendrían la misma advertencia en etiquetado.

El experto observó que el proyecto de decreto de etiquetado que se le envió al Poder Ejecutivo no cumple con el marco normativo regional y “lo que para la reglamentación del Mercosur es considerado ‘bajo en’ para el proyecto podría ser ‘exceso de’”.

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