Cada bañista aporta al agua su propia colección de químicos
Por BBC Mundo
Ducharse antes de meterse en el agua es obligatorio en muchas piscinas públicas. ¿Pero sabes cual es el motivo?
No es sólo una cortesía higiénica hacia los otros bañistas, sino una medida importante para mantener la salubridad del agua.
El agua de las piscinas se trata con cloro y otros desinfectantes para matar las bacterias y evitar el contagio de enfermedades infecciosas.
El cloro reseca el pelo, la piel y su olor puede quedarse durante horas pegado al cuerpo aún después de una buena ducha, pero para la gran mayoría de la población la exposición a los niveles estándar de este desinfectante en las piscinas es inofensiva.
Lo que sí puede interferir con nuestra salud es la mezcla del cloro con otros productos químicos que los bañistas traen al agua y que generan un derivado dañino, la cloramina.
¿Cómo contaminamos el agua al bañarnos?
La orina es el ingrediente «añadido» más conocido. Un estudio reciente de la universidad canadiense de Alberta encontró en todas las piscinas analizadas restos de un edulcorante artificial que solo podía haber llegado allí a través de la orina.
Pero además, cada bañista aporta al agua su propia colección de químicos: además de restos de heces y sudor, portamos sobras de productos de higiene personal como cremas, champús, lociones y acondicionadores.
Todos esos componentes interactúan con el cloro de la piscina y forman compuestos orgánicos volátiles, potencialmente dañinos, que los bañistas pueden respirar y que pueden causar irritación en los ojos y en el sistema respiratorio, provocando ataques de tos o de asma.
Estos compuestos dañinos que se desprenden de las reacciones químicas en el agua pesan más que el oxígeno y forman una especie de «burbuja de cloramina» en la superficie de la piscina.
Además, los niños pequeños son los más expuestos a estos químicos nocivos porque tragan más agua.
Aunque no hay ninguna evidencia de que la exposición a estos químicos pueda causar problemas graves de salud, estos compuestos que se forman con la interacción humana tampoco se han estudiado en detalle y pueden afectar a unas personas más que a otras.
Ventilación y duchas
En 2013 el nadador olímpico estadounidense Caeleb Dressel tuvo que salir en una ambulancia de una competición junior en Carolina del Norte debido a la contaminación del aire en la piscina, según cuenta otro nadador olímpico, Mel Stewart, que lleva la página web swimswam.com sobre noticias del mundo de la natación.
Las piscinas al aire libre normalmente no tienen este problema porque los compuestos químicos dañinos pueden escapar fácilmente.
Pero en las piscinas interiores es el aire contaminado el que genera ese «olor» tan perceptible al entrar.
Para prevenir los daños para la salud del agua de las piscinas, el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos recomienda ducharse antes y después de bañarse para retirar de la piel los gérmenes y los restos de los productos de higiene.
Y por supuesto no orinar ni tragar agua, dos obviedades que no obstante son difíciles de evitar con los nadadores más pequeños.