Los productos bajos en calorías o dietéticos esconden muchas veces una «letra chica». Conservantes, colorantes y azúcares naturales pueden poner en riesgo el metabolismo. El especialista Rubén Mühlberger los analizó para Infobae
Por: Infobae
A la hora de afrontar una dieta para una vida más saludable, resulta un ‘cliché’ acudir a los productos light. Pero, además de ser los más vendidos en el mundo, y los más caros también, ¿son realmente efectivos si el objetivo es bajar de peso?
«Alcanzar el cuerpo ‘ideal’ sólo es posible tomando conciencia a la hora de comer», explica a Infobae el especialista en Anti Aging Rubén Mühlberger, que considera que el secreto del éxito está en las combinaciones perfectas entre carbohidratos y proteínas durante las comidas diarias.
Los 5 mitos ‘light’
-Jugos naturales light de frutas: «Para desayunos o en el día cuando sentimos necesidad de azúcar», dicen los expertos en nutrición. «Hay que leer bien las etiquetas con tranquilidad y buscar cada palabra que nos resulte extraña. El jugo dice que contiene azúcares naturales cero, aspartamos, saborizantes, colorantes, conservantes, azúcar de fruta extraño. Es la forma engañosa de poner azúcar. O Jarabe de maíz. Estos jugos procesados son responsables de querer seguir consumiendo azúcar o dulces», sugiere Mühlberber. El especialista remarca que suelen tener más azúcares que las gaseosas y no contienen fibra, que es la responsable de que el metabolismo trabaje en la digestión. ¿Cómo consumir entonces los jugos? «Únicamente de la fruta natural porque tienen azúcares de alta calidad que contienen fibra».
Es por eso que el especialista le dedica especial atención a la industria light, que ofrece productos ‘dietéticos’ o de ‘bajas calorías’ y que no son realmente tan efectivos. «El metabolismo se pone más lento, quemamos menos grasa, estamos más cansados y por ende, necesitamos más azúcar -insulina- en sangre. Es decir, la comida de dieta es más cara, menos saludable y más engordante«.
-Margarinas o aceites vegetales hidrogenados: «Están presentes en casi todos los panificados light, desde galletitas bajas en calorías de todo tipo, panes, postres, todo. Es que el hidrógeno hace que el aceite dure más tiempo y no se pierda tan rápido el producto. Estos aceites aumentan el colesterol malo (LDL) y bajan el bueno (HDL), permitiendo que se abra el gen de la hipertensión arterial, se tapen las arterias y se corra el riesgo de sufrir un infarto», explica Mühlberger y sugiere que en lugar de comer ‘galletas light’, se consuma una ‘a la antigua, como hacía Doña Petrona’ pero controlando siempre la cantidad.
-Cereales y harinas integrales: «Presentes en la elaboración de panes, pastas, galletas de arroz o trigo integral. ¿Por qué? Lo dicen las etiquetas: harina fortificada, enriquecida, reconstituida, etc. Parece que son más integrales pero no lo son. Es harina blanca que se le agrega cáscara de cereales, se colorea y su proceso es más simple y menos costoso. Al ser harina blanca, sin fibra, no actúa estimulando la adiponectina -la hormona que quema grasas-. Lo real es el grano crudo, puro, en su estado natural. Pero hay que procesarlo integralmente en un solo tiempo y esa harina será 100 por ciento pura, refinada e integral porque sale del grano. Pero eso no se vende en la industria ‘light’. Lo mismo para los productos de soja y otros cereales. Sólo aumentan el azúcar en sangre, no son quemadores naturales ya que están industrializados».
-Maíz transgénico: «El maíz se modificó genéticamente para engordar más rápido al ganado y por ende, al humano también. Sin hablar de sus efectos indeseables en los genes frente a los derivados del transgénico. Está presente en casi todo lo ‘light’. Desde gaseosas, jugos, lácteos, aderezos, panificados. El azúcar del maíz es como el azúcar del vino o de la cerveza: aumenta la insulina y son calorías muertas. Se suman al estrés, que de por sí ya pide azúcares».
-Lácteos procesados: «Dicen bajas calorías, cero colesterol pero pertenecen a estos alimentos procesados por la industria alimentaria que los hace muy apetitosos para generar dependencia. Son bajos en calorías pero no necesariamente de las buenas».
El efecto yo-yo
«Es el responsable de nuestra continua dependencia de estos sistemas modernos creados por la industria alimenticia que se venden como salvadores del sobrepeso y crean más dependencia y situaciones de riesgo para nuestra salud. Es también el efecto rebote fisiológico de todas las malas dietas. Hay que aprender a alimentarse»