Mantener niveles adecuados de vitamina D en el organismo ayuda al desarrollo y a evitar enfermedades óseas, cardiovasculares, hipertensión u obesidad.
Por Revista ES
El avance de la ciencia médica y las investigaciones científicas han permitido que la calidad de vida de las personas se incremente, considerablemente, en los últimos años.
Así, diversos estudios descubrieron lo esencial que resulta la vitamina D en el funcionamiento del organismo y la importancia de prestarle atención a los niveles adecuados en sangre en las distintas etapas de la vida.
La Vitamina D se relaciona, habitualmente, con los aportes de calcio y fosfato para favorecer la formación ósea y evitar la hipocalcemia (niveles bajos de calcio en sangre), tanto en la etapa de crecimiento como en la adultez.
Es una vitamina liposoluble que se encuentra presente en forma natural en algunos alimentos, principalmente en pescados grasos como la trucha, el atún o el salmón, aunque se puede agregar a otros o por medio de suplementos dietéticos.
Asimismo, se produce de modo directo al exponer la piel descubierta a los rayos ultravioletas (UV) de la luz solar. Sin embargo, la estación climática, la hora del día, la nubosidad, el smog, el contenido de melanina de la piel y el uso de protector solar para prevenir el cáncer de piel, se encuentran entre los factores que afectan la exposición a la radiación ultravioleta y la síntesis de vitamina D. Además, los adultos mayores y personas con más pigmentación en la piel tienen menos capacidad de producirla por medio de este proceso.[1]
La falta de cantidad adecuada de vitamina D puede causar que los huesos se vuelvan delgados, quebradizos o deformes. Por su parte, la suficiencia de esta previene distintos padecimientos.
Otras funciones que tiene en el cuerpo son la reducción de la inflamación y la modulación de procesos como el crecimiento celular, el fortalecimiento del sistema inmune y propiedades antioxidantes que contribuyen al desarrollo y protección del organismo.1
Por ello, para el doctor Alejandro Salvatierra, gerente médico de Diabetes, Obesidad, Osteoporosis y Urología de Asofarma “la vitamina D es un nutriente esencial que involucra a múltiples funciones del organismo. En los niveles adecuados, ofrece muchos beneficios para la salud y debe ser revisada con atención en las consultas médicas”.
La deficiencia de Vitamina D es un problema de salud pública en todo el mundo y afecta no solamente a la salud músculo-esquelética, sino también a enfermedades de riesgo cardiovascular, autoinmunes u obesidad. Esto queda reflejado en el hecho que más de la mitad de la población mundial tiene niveles inferiores a 30 ng/ml en sangre.[2]
«Es fundamental que la población comprenda la importancia de la vitamina D y cómo obtenerla de manera segura, especialmente en áreas con baja exposición solar», indicó el especialista médico.
Riesgos por deficiencia o exceso de Vitamina D
Como norma general, el Instituto de Medicina de los Estados Unidos [IOM] clasifica la deficiencia de vitamina D con un valor debajo de 12 ng/ml y de 20 ng/ml o más en sangre, como suficientes. Por su parte, la Sociedad Americana de Endocrinología (The Endocrine Society) sugiere que ese valor debe ser igual o mayor a 30 ng/ml como mínimo.[3]
Cuando la ingesta o la síntesis vía rayos UV es menor a estos valores, las personas pueden desarrollar deficiencia de Vitamina D y, dependiendo de la edad, provocar diferentes trastornos físicos.
En niños puede derivar en raquitismo (huesos blandos), retraso en el crecimiento y/o desarrollo, convulsiones hipocalcémicas, miocardiopatía y anomalía dentales, entre otros.[4]
Un estudio de la Sociedad Argentina de Pediatría concluyó que, tanto en ese país como en otros de Latinoamérica “la deficiencia e insuficiencia de Vitamina D en la población pediátrica es alta”.[5]
En México, destaca el mismo, los datos muestran entre un 58% y un 28% de prevalencia de déficit de vitamina D en preescolares y escolares, respectivamente; por su parte, en Colombia la deficiencia alcanza entre el 10 y 12%, Brasil del 9%, Chile, en un estudio en zonas australes, recabó que la insuficiencia llegó al 64%.5
En adolescentes y adultos, la falta de dicha vitamina puede provocar osteomalacia que se produce cuando el hueso existente se mineraliza de modo defectuoso, lo que genera huesos débiles.[6]
Los adultos mayores conforman otro grupo de riesgo de sufrir deficiencia de Vitamina D, debido a que la capacidad de la piel para sintetizarla disminuye con la edad y la ingesta en alimentos o suplementos puede no ser suficiente.
Por otro lado, también el exceso de Vitamina D puede resultar dañino para la salud. A raíz de que esta vitamina incrementa la absorción de calcio en el tracto gastrointestinal, valores elevados pueden causar hipercalcemia, lo que podría conllevar a debilidad muscular, deshidratación e, incluso, cálculos renales.1
Consulta médica y prevención
Si bien la atención y el estudio sobre las particularidades de la vitamina D está creciendo tanto en los países centrales como en Latinoamérica, la prevención y el control periódico con el médico para determinar los niveles adecuados por medio de análisis clínicos, especialmente en los grupos que pueden ser considerados de riesgo, sigue siendo la mejor alternativa para evitar enfermedades o inconvenientes.
Aquellas personas que tengan deficiencia es importante que puedan adoptar una dieta con alimentos ricos en Vitamina D para incrementar sus niveles. Además de los pescados grasos, también se encuentran en huevos, productos lácteos fortificados, hígado y queso, entre otros.
También es fundamental exponerse al sol diariamente por períodos de entre 15 y 30 minutos[7], evitando los horarios donde se encuentre en su punto máximo (entre las 11 y las 16 horas aproximadamente).
Por último, en caso de ser necesario, el médico personal puede prescribir suplementos que contribuyan a alcanzar los niveles óptimos de Vitamina D.