El organismo es sabio y lanza alertas de todo tipo para que bebamos más agua, pero ninguna tiene que ver con sentir sed. Así que, debemos aprender a identificar cuándo nuestro cuerpo “grita” por más agua.
Por: Buena Vida-El País
¿Podríamos identificar una deshidratación a partir de síntomas que no tienen aparentemente nada que ver con el hecho de beber agua? El organismo es sabio y lanza alertas de todo tipo para que bebamos más agua, incluso cuando no tenemos sed, que debería ser el primer aviso. En torno al 60% del cuerpo de los hombres y el 50% de las mujeres es agua, una molécula que interviene en numerosas reacciones bioquímicas necesarias para el buen funcionamiento del organismo, como la termoregulación, la excreción renal o la absorción de nutrientes. Es mucho más que una cuestión de sed: atender a las siguientes señales nos permitirá regular nuestra hidratación a tiempo.
1. Sensación de fatiga, confusión y calambre
Cuando el atleta Jonathan Brownlee perdió el campeonato mundial de triatlón a menos de 200 metros de meta, el mundo vio en directo cómo afecta la deshidratación al cuerpo humano. Consiguió cruzar gracias al extraordinario esfuerzo de su hermano Alistair, que le sostuvo mientras se tambaleaba desorientado y corría con la mirada perdida. Los deportistas están entrenados para controlar la pérdida de agua durante un esfuerzo físico, pero cualquiera puede sufrir un golpe de calor. Si nos sentimos cansados en reposo, o nos flojean los músculos y sufrimos calambres debemos considerar la posibilidad de que nos falte agua.
2. Estreñimiento
Lo habitual en adultos con una dieta occidental es la evacuación intestinal, como mínimo, tres veces por semana. Una frecuencia inferior indicaría estreñimiento y es momento de aumentar el número de vasos de agua al día, a ser posible mineralizada magnésica, que tiene un ligero efecto laxante. La investigación Deshidratación leve: ¿factor de riesgo de estreñimiento?, publicado por el European Journal of Clinical Nutrition, advierte que la escasa ingesta de agua o la pérdida excesiva de líquidos y electrolitos en adultos y ancianos -ya sea por la sudoración en verano, vómitos o enfermedad renal- reducen el agua contenida en las heces y por tanto provocan estreñimiento. Si este continúa se puede acudir a tu farmacia para una solución rápida y eficaz para aliviarlo.
3. Piel sin elasticidad
La turgencia cutánea o elasticidad de la piel es un indicador para saber si nos falta agua en el organismo. No importa cuánta crema hidratante nos echemos, la piel sigue siendo un marcador silencioso de la deshidratación, que puede verse agravada por la sudoración excesiva, vómitos o diarrea. La pérdida de líquido del 5% de la masa corporal se considera una deshidratación leve y del 15% es grave. Para comprobar la turgencia cutánea podemos pellizcarnos en la frente, entre las cejas, o en el dorso de la mano, entre el pulgar y el dedo índice. La piel regresará lentamente a su estado habitual o se quedará pellizcada si presentamos cierto grado de deshidratación.
4. Fallos cognitivos
¿Desgana y pequeñas pérdidas de memoria? Puede que esté bebiendo menos agua de la que debe. Según una investigación británica publicada por Revista de Nutrición, la privación de agua puede influir en nuestro cerebro. Los investigadores de la Universidad de Reading observaron que la deshidratación severa causaba déficits cognitivos que afectan a la memoria a corto plazo, al estado de ánimo y a las habilidades visuales. «Este campo de investigación está todavía en pañales y habría que analizar la gran cantidad de variables que relacionan la deshidratación y la sobrehidratación con el aspecto cognitivo. En un futuro deberíamos investigar por qué sucede esa variabilidad y cuáles son las condiciones óptimas para que el estado de hidratación afecte al rendimiento mental», señalan los autores del estudio.
5. Infecciones de orina
Eliminamos las bacterias presentes en el tracto urinario a través de la orina y dependiendo de la frecuencia de micción estaremos limpiando ese sistema o no. Por eso, ir solo una o dos veces al día al baño a liberar líquidos es demasiado poco. Varios estudios siguen investigando la influencia de la deshidratación en las infecciones de orina e incluso en la formación de dolorosas piedras en el riñón. Los ancianos suelen ser más susceptibles a la deshidratación y, por tanto, se exponen más a este tipo de crecimiento bacteriano en el tracto urinario. En estos casos conviene vigilar que las personas mayores se hidraten frecuentemente.
6. Enfermedades respiratorias
¿Cómo afecta la hidratación a los trastornos bronco-pulmonares, como el asma o la bronquiolitis? Si la primera recomendación de los médicos ante estas enfermedades es beber suficiente agua y mantener el ambiente humidificado, por algo será. Según un análisis clínico elaborado por expertos del Hospital de Dortmund, Alemania, «el sistema bronco-pulmonar facilita el transporte del oxígeno y el intercambio entre los sistemas acuosos interiores del cuerpo y la atmósfera seca del exterior. De ahí la importancia de una suficiente hidratación, aunque todavía queda mucho por investigar para relacionar directamente la deshidratación como factor de riesgo en las enfermedades pulmonares».