La hora que escogemos para entrenar nos hace decantarnos por las mañanas o las noches.
Puede ser que usted vea el vaso medio lleno o medio vacío. Es solo una cuestión de perspectiva. Lo mismo sucede con el horario que escogemos para entrenar. Quienes prefieren entrenar con la compañía de los primeros rayos del amanecer consideran que se obtienen mejores resultados deportivos gracias al descanso y almacenamiento de energía que ha tenido el organismo durante las horas de sueño.
Añaden también que ejercitarse por las mañanas les ayuda a iniciar el día con un mejor humor, más vitalidad y por ende tener mejor rendimiento en su trabajo.
Quienes defienden el entrenamiento nocturno piensan que es mejor ejercitarse al final del día, para liberar las cargas de estrés y lograr un sueño más profundo. Argumentan también que las condiciones de ejercicios al aire libre (correr por ejemplo) son más favorables y menos peligrosas por la ausencia de los rayos solares, de la mano con condiciones meteorológicas que suelen ser más frescas que en horas de la mañana.
Si prefiere entrenar por la noche; tome en cuenta que debe hacerlo al menos dos horas antes de ir a la cama, para que el cuerpo pueda relajarse. Luego de una ducha podrá acompañar su cena con mucho líquido y así tendrá un sueño más placentero. Si termina de entrenar e inmediatamente intenta dormir, los resultados pueden ser contraproducentes debido al estado de alerta en el que aun se encontrará su organismo.